La humillación de Felipe II a los Franceses

Asedio_de_San_Quintín

10 de Agosto 1557: en la batalla de San Quintín, las tropas de Felipe II, compuestas por contingentes españoles, flamencos, alemanes e ingleses, derrotan a las francesas de Enrique II.

Desde finales del siglo XV: España y Francia competían por la hegemonía de la Europa occidental. Las fronteras pirenaicas, Navarra y sobre todo , Italia, eran fuente de continuas disputas. La llegada al trono de Carlos V agravó el problema El dominio que ejercía sobre Flandes, Luxemburgo, El Franco Condado y, más tarde el Milanesado hacia que el país galo estuviera cercado por un cinturón de territorios pertenecientes a los Habsburgo que no solo le amenazaban sino que impedían su expansión. Todo ello hizo que la guerra entre ambos estados fuese casi permanente, solo salpicada de breves treguas, más destinadas a reponer fuerzas que no a buscar una paz definitiva.
Francia rompió la frágil tregua que oficialmente existía e invadió Italia, atacando el reino de Nápoles por el duque de Guisa reforzando a las fuerzas papales, que ya combatían al Duque de Alba.

El clima en los campos de Flandes impedía, a diferencia de Italia que la guerra se desarrollase en invierno. Ello dio tiempo al nuevo rey de España ,que desde la abdicación de su padre residía en Flandes, a solucionar graves asuntos económicos, entre ellos la deuda de seis millones de ducados que había heredado. Aparte de renegociarla tuvo que buscar urgentemente dinero , tanto para proseguir la guerra en Italia como para prepararla en Flandes. Pidió ayuda a Juana ,su hermana, gobernadora de España en su ausencia, y a su padre el Emperador que estaba retirado en Yuste.

También viajó a Inglaterra para recabar el apoyo de su enamorada esposa, la reina María Tudor. A pesar de las limitaciones que establecía el convenio matrimonial, ella se las ingenió para darle todo el dinero que pudo(9.000 libras y 7.000 hombres al mando de Lord Permbroke) y , aprovechar meses después la rebelión de un noble apoyado por Francia ,declarar la guerra a Enrique II. Esto permitió a Felipe II disponer de más dinero y sobre todo, de tropas y barcos ingleses. La llegada milagrosa de una buena remesa de oro procedente de América permitió a Felipe II acabar de reunir el dinero necesario para afrontar la guerra.

Poco después, a finales de mes, comenzó la invasión de Francia: 42.000 hombres de los que 12.000 eran jinetes, iba bajo las órdenes del joven general, mientras que Felipe II avanzaba varios kilómetros más atrás, con unos 18.000 hombres de reserva, esperando a las tropas que aún habían que unírseles, en total 60.000 hombres, 17.000 jinetes y 80 piezas de artillería. De todo el ejército solo unos 6.000 hombres eran españoles. Los restantes eran flamencos, saboyanos, italianos y sobre todo, mercenarios alemanes. Entre los ayudantes del duque de Saboya destacaba Lamoral, duque de Egmont, que comandaba la caballería. Nunca antes se le había confiado un mando tan destacado y estaba entusiasmado por entrar en acción.

Tras penetrar en la Champaña, el ejército se dirigió a Rocroi con ánimo de sitiarla, pero sus importantes defensas les hicieron desistir de iniciar un asedio, de modo que siguió merodeando dando la impresión de no saber qué plaza atacar. A unos kilómetros, un ejército francés al mando de Anne de Montmorency, condestable de Francia, seguía sus evoluciones dispuesto a intervenir. Parecía que Gisa sería la ciudad elegida, y el general francés logró introducir en ella abundantes refuerzos, sin que ello pareciera molestar el duque de Saboya. Pero una noche, a principios de agosto ordenó al conde de Egmont dirigirse con su caballería a cercar S. Quintín, localidad de la Picardía francesa, ciudad fortificada a unos 15 km de distancia . La sorpresa era crucial para que el enemigo no pudiese introducir auxilios en la ciudad. Al amanecer se descubrió el engaño: se había logrado cercar una plaza con muy pocos defensores.

el condestable de Montmorency envió a su vanguardia a inspeccionar S. Quintín. Unos 6.000 franceses se acercaron a la orilla del río, mientras el duque de Saboya proseguía el sitio sin darles importancia. Viendo que no era atacado ni molestado en sus tareas de observación, el capitán francés dedujo que las fuerzas de Felipe II no eran tan fuertes como se pensaba. Con esta impresión volvió a su campamento y el ejército galo se dispuso a avanzar.

Los 20.000 hombres del condestable de Francia (6.000 de ellos jinetes, mandados por Nervers) llegaron a la orilla del río tras unas agotadoras marchas y avistaron la ciudad, fue el 10 de agosto de 1.557, festividad de S. Lorenzo. Sus cañones empezaron a batir de inmediato el campamento sitiador, mientras llegaban al rió cientos de barcas que habían requisado para que sus soldados pudieran cruzarlo. El plan era atravesar lo más rápidamente posible el Somme, al oeste de S. Quintín y, que miles de hombres pudiesen reforzar la guarnición de la ciudad. Por desgracia para ellos, el cruce del río en las barcas sobrecargadas, que con frecuencia se varaban en los fondos cenagosos se convirtió en una tarea muy lenta, un nuevo grupo mandado por Andelot, que cruzó con éxito el río, se toparon con los arcabuceros del duque de Saboya, apostados en la otra orilla del río, disparando sobre ellos con total impunidad, causando una cuantiosa matanza. De los que alcanzaron la otra orilla, muchos de ellos lo hicieron heridos y con las armas mojadas. Sólo unos 300 pudieron penetrar en la ciudad, aunque sin armas, suministros o munición, y el mismo Andelot, resultó herido.

Mientras la infantería gala se empantanaba en el río, el duque de Saboya ordenó al conde Egmont y sus jinetes cruzarlo más arriba sin que el enemigo se percatase. Ello fue posible por el escaso caudal que llevaba el Somme en el verano. Se pudo levantar un puente sobre barcas que, camuflado, pasó inadvertido a Montmorency. La caballería cruzó el río, se escondió tras unas colinas y esperó. Después comenzó bien a la vista, a cruzar por un puente más cercano toda la infantería del duque de Saboya que no era indispensable para mantener el sitio, con mil jinetes más. El general francés respondió enviando a su caballería. Había caído en la trampa. Cuando los caballos franceses estaban a punto de acometer a la infantería del rey español, Egmont cargó por la espalda y el flanco de los confiados galos, que se vieron copados entre dos fuegos: los caballeros de Egmont y las fuerzas del duque. El condestable comprendió la treta y mandó hacer retroceder a sus caballos. Después ordenó a su infantería que estaba tratando de cruzar el río, que volviese atrás para hacer frente al ejército del duque de Saboya, que se le echaba encima.

La batalla

A Montmorency solo le quedaba la opción de la retirada. Había calculado mal la opción de su enemigo para cruzar el Somme y ahora solo le quedaba salvar el máximo de fuerzas, confiando en que la ciudad pudiese resistir por sí sola. Pero su infantería estaba muy agotada por los combates en el río , lo que hizo que la marcha fuera muy lenta A la cabeza iban los cañones, detrás los infantes, muchos de ellos heridos, los carros, y, en retaguardia la caballería, que trataba de proteger toda la comitiva. El objetivo era alcanzar los montes de Montescourt, en donde el condestable esperaba reorganizar la defensa.

El duque de Saboya, por su parte, advirtiendo el desgaste enemigo y su lenta retirada, decidió buscar la batalla campal para obtener una victoria rotunda. Ordenó a parte de la caballería de Egmont que se adelantase por los flancos al ejército francés en retirada y se situase delante de los bosques a los que pretendían llegar. De ese modo al cortarles el camino les obligaría a presentar batalla. Mientras tanto, con otras unidades montadas no dejaba de hostigar a la retaguardia francesa lo que forzaba a los galos a detenerse una y otra vez para frenar los ataques.

Por fin, tras tres horas de una agotadora marcha, el ejército francés llegó a las inmediaciones del bosque, pero cuando creían que estaban salvados se detuvieron en seco. Allí estaban 2.000 jinetes cortándoles el paso. El condestable de Francia supo que no le quedaba otra opción que combatir. Su situación era desesperada; era imposible transformar en breve tiempo ,una caravana desorganizada, agotada y en retirada en una formación de batalla. Aun así, logro situar lo que quedaba de su caballería en las alas, sus mercenarios alemanes en vanguardia y él, junto con los veteranos gascones, en retaguardia.

Para no dar tiempo a que se organizase la defensa, empezó el ataque de los 8.000 jinetes de Egmont, con él al frente. Detrás venía la infantería del duque de Saboya que mandaba el centro; en el ala derecha se encontraban Mansfeld y Horne, y el ala izquierda iba a cargo de Aremberg y Brunswich. Los jinetes atacantes desbandaron a los defensores de los carromatos y cañones, y comenzaron a desgastar a la infantería sin que la exhausta caballería gala pudiese frenar la acometida. Poco a poco los cuadros empezaron a romperse y por sus grietas, irrumpieron las monturas atacante. Los arcabuceros españoles, con sus contantes descargas, destrozaron sin parar las filas galas. Ante el desastre, los 5.000 mercenarios alemanes se rindieron, hecho que coincidió con la llegada a la batalla del duque de Saboya y sus infantes. A Montmorency solo le quedaban sus gascones, que enseguida se vieron castigados por fuego de arcabuz y metralla.

Todo acabó en cuestión de una hora. La carnicería fue espantosa. Los vencidos contaron más de 6.000 muertos, entre los que había 300 prisioneros de la nobleza y entre los cuales se hallaban los duques de Montpensier y de Longueville, el príncipe de Mantua, el mariscal de Saint André y Rhingrave, con otros grandes señoresy entre los muertos se hallaba el señor de Enghien y capturadas más de 50 banderas y toda la artillería. Los prisioneros fueron 7.000, entre ellos Montmorency, herido, que en vano había buscado el combate personal para morir con honor. Fue capturado por un soldado español de caballería, llamado Sedano, que por este hecho recibió un premio de 10.000 ducados, repartiéndolos luego con su jefe, el capitán Venezuela. Los 5.000 mercenarios alemanes fueron repatriados a cambio del juramento de no servir bajo banderas francesas por un periodo provisional de seis meses. Otros 6.000 lograron escapar aprovechando el fragor de la batalla. Las bajas de las fuerzas de Felipe II apenas fueron de mil hombres, entre muertos y heridos.

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Fuentes: Crónicas de la historia de España II Vol.

Historias de la historia de España; Capítulo 79. Érase una reina muerta con 18 años.

“La infanta doña Mercedes está fuera de toda discusión: los ángeles no se discuten”.

Maria de las mercedes

Su nombre completo era María de las Mercedes Isabel Francisca de Asís Antonia Luisa Fernanda Felipa Amalia Cristina Francisca de Paula Ramona Rita Cayetana Manuela Juana Josefa Joaquina Ana Rafaela Filomena Teresa de la Santísima Trinidad Gaspara Melchora Baltasara de Todos los Santos de Orleans y Borbón.

Fue la quinta de los hijos de Antonio de Orleans (1824–1890), duque de Montpensier, hijo del rey Luis Felipe I de Francia, y de la infanta Luisa Fernanda de Borbón (1832–1897), hermana de Isabel II, que entonces reinaba en España. Pasó su infancia en Sevilla, ciudad por la que sintió especial predilección. Durante el período del Sexenio Democrático, tuvo que partir hacia el exilio. En diciembre de 1874, se restauró la monarquía en España con el pronunciamiento en Sagunto del general Martínez Campos, a favor del príncipe Alfonso, hijo de Isabel II, que fue proclamado rey de España. La reina había renunciado a sus derechos dinásticos. Mercedes regresó entonces a España, instalándose con su familia en Sevilla, en el Palacio de San Telmo que ya había sido la residencia familiar.

La Reina montó en cólera 

Dicen que fue en el transcurso de una reunión familiar cuando contra a todo pronóstico surgió el flechazo entre los primos carnales, Alfonso y Mercedes. Cuentan también que la reina Isabel II montó en cólera al conocer que su amado Alfonso quería casarse con la hija de su hermana y del Duque de Montpensier, que tanto había instigado para destronarla. Sin embargo nada frenó al joven monarca español en su empeño. Ni la oposición de su madre, la reina Isabel II, que no quería que una hija del Duque de Montpensier, llegara a ser Reina de España, y que decía: “No tengo nada contra la infanta, pero Montpensier no transigiré nunca”, ni la oposición del Gobierno, que buscaba una princesa europea, consiguieron disuadir a Alfonso XII.

El debate en las Cortes

El asunto se debatió en las Cortes hasta que uno de los ministros salió en defensa de los enamorados diciendo: “La infanta doña Mercedes está fuera de toda discusión: los ángeles no se discuten”. Se cumple entonces la profecía de una gitana que leyó la mano de la adolescente Mercedes unos meses antes de que los primos se encontraban y se anuncia el enlace. La noticia de un matrimonio por amor tan inusual en aquella época en las cortes europeas encandiló a los españoles. La joven que por aquel entonces tenía sólo diecisiete años además de ser princesa, era española y guapa. Quizás por ello el pueblo de Madrid cariñosamente la apodó ‘Carita de cielo’.

Los preparativos para la boda

En la Puerta del Sol, las dos farolas centrales eran de luz eléctrica y según algunos diarios daban un esplendor como el de la luna llena en las noches de verano. La fuente de Neptuno, en su base, aparecía rodeada de mecheros de gas encerrados en globos de cristales de colores. El tridente estaba también dibujado con luces de gas. La fuente de Cibeles, por su parte, también estaba rodeada de un círculo de globos de cristales de colores y largos mecheros surtidores brotaban del fondo del agua.

El ajuar de la novia fue enteramente confeccionado en España, y no podía ser de otra forma al tratarse de una futura Reina de España. El vestido fue costeado por Alfonso XII y costó treinta y dos mil quinientas cuarenta y seis pesetas. Los zapatos que le acompañaron fueron planos para que no pareciera más alta que el Rey. Por lo demás, la novia portaba ricas joyas; destacaban por su hermosura, las perlas y los diamantes.

El discurso del rey

Alfonso XII dirigió a la Comisión del Congreso de los Diputados un discurso con motivo de su enlace, en el que entre otras cosas decía: “Señores diputados, el enlace que voy a contraer, inspirado al propio tiempo que por los más puros afectos del corazón por el conocimiento de las altas prendas que adornan a la que ha de compartir conmigo el Trono de San Fernando y de la Católica Isabel, del mismo modo que motiva vuestros entusiastas plácemes, alcanza sin duda los del país, a quien legítimamente representáis, y merece la unánime felicitación de las potencias amigas…”.

Mercedes no tiene interés por entrometerse en política ni cuestiones de Estado. Todo lo que hace Alfonso le parece bien y su principal motivación personal es que los asuntos que rodean a su esposo se lleven con puntualidad y a su gusto. La reina quiere a su lado damas de su generación, a las cuales piensa distinguir con una insignia de piedras preciosas, diseñada por el pintor Madrazo, que llevará las iniciales «R.M» entrelazadas. Mercedes tiene un acusado sentido de la caridad y es extremadamente generosa, escuchando cualquier petición de ayuda y favores. Dice un cronista que: La jornada de la reina era muy sencilla. Se levantaba pronto y, después de oír misa, desayunaba, disponía el arreglo de las flores en las habitaciones, despachaba la correspondencia y, acompañada de sus cuñadas, se desplazaba a los barrios para hacer la caridad por sí misma, llevando su presencia al necesitado y al enfermo. Las hermanas de Alfonso XII la idolatraban.

En su diario dejó escrito la infanta Paz: “Mercedes era para nosotras como una hermana mayor. Me enseñó a hacer labores para los pobres. Ella y Alfonso estaban muy enamorados”. Y la infanta Eulalia dice en sus memorias que “ … aquella historia de amor era quizás demasiado bella para ser duradera. Su matrimonio fue una continua luna de miel…”.

Dos meses después de la boda, se siente indispuesta y el médico de palacio dictamina después de examinarla que acaba de sufrir un aborto, del cual es inmediatamente tratada. Alfonso se siente contrariado por este primer embarazo frustrado. La reina tarda casi dos semanas en recuperarse recluida en sus habitaciones y promete tener más cuidado e incluso prescindir de sus paseos a caballo si es necesario, con el fin de lograr que una nueva gestación salga adelante sin contratiempos. Mercedes es sometida a un legrado que, según opinión posterior de otros eminentes médicos de la época, no fue bien practicado y supuso el detonante de una infección que mermó su salud.

Alfonso, alarmado por la repentina gravedad de Mercedes, anula toda actividad de gobierno para centrarse en su curación para lo cual ordena incluso suspender la música de trompetas del Alcázar y cubrir de arena la calle Bailén para que el ruido de las carrozas no perturbe el sueño de la enferma, que apenas ha podido dormir en unos días. El 20 de junio se envía un telegrama a los duques de Montpensier, que se encuentran fuera de España, para que regresen con urgencia. Mercedes es ya consciente de que la vida se le escapa.

Alfonso, hundido moralmente, no se aparta del lecho de su moribunda esposa, quien cumple el día 24 de este mes de junio de 1878 los dieciocho años de edad. Disparan las baterías artilleras, desde la Casa de Campo, las salvas de ordenanza en el cumpleaños de la soberana cuando el cardenal primado de España le está dando la extremaunción.

El 25 de junio la joven soberana se despierta por la mañana con leve mejoría y renacen las esperanzas de curación. El patio de palacio se llena de gente interesada por su salud, los políticos acuden a informarse personalmente con verdadera preocupación. Por la tarde, sin embargo, los partes médicos resultan cada vez más desalentadores, porque la reina presa nuevamente de la fiebre pierde el conocimiento y no reacciona a ningún tratamiento de choque. Su agonía va a ser larga, más de trece horas, durante las cuales Alfonso se aferra a las manos de su esposa implorando un milagro. A las doce y diez minutos del mediodía del 26 de junio dejaba de existir la reina Mercedes.

Alfonso XII encargará personalmente la lápida con estas palabras: “ Maria de las Mercedes de Alfonso XII, la dulcísima esposa”. El 8 de noviembre de 2000 los restos mortales de María de las Mercedes fueron trasladados a la Catedral de la Almudena de Madrid, cumpliendose la voluntad de la soberana de ser enterrada a los pies de la Virgen.

Historias de la Historia de España; Capítulo 77. Érase un 21 de octubre en alta mar,un brigadier y una heroica actuación a bordo del Bahama.

Don-Dionisio-Alcalá-Galiano

Navegante español, nacido en Cabra (Córdoba) en 1762, y fallecido en Trafalgar en 1805

En 1771, a los 11 años de edad, ingresó en la Armada de España, sentando plaza de guardiamarina. Estudioso y aplicado, amante de las ciencias, se distinguió pronto como cartógrafo. Muy joven fue destinado a cooperar en la formación de las cartas marítimas, trabajo por el cual sintió desde entonces particular afición y en el que se distinguió con sumo provecho de la ciencia.

Embarcó en la fragata Júpiter en 1776 y al año siguiente tomó parte en la expedición que contra los portugueses llevó a cabo una escuadra al mando del marqués de Casa Tilly, con un cuerpo de desembarco a las órdenes del general Pedro de Cevallos, que tuvo por resultado la toma de la isla Santa Catarina en la costa del Brasil.

Pasó después a Montevideo y participó en el bloqueo y rendición de la Colonia del Sacramento, ocupada por los portugeses, como oficial de órdenes de Gabriel de Guerra, comandante del Río de la Plata. Embarcó en el paquebote San Cristóbal y en él sirvió dos años en aguas del archipiélago de las islas Malvinas, donde el gobierno español trataba de hacer valer su soberanía una década después de la expedición y el intento de apropiación francesa a cargo de Louis Antoine de Bougainville.

En 1778 ascendió a alférez de fragata. De nuevo en Montevideo, y declarada la guerra a Gran Bretaña, se dedicó al corso apresando a una fragata mercante enemiga. Regresó a Cádiz a bordo de la fragata Santa Bárbara.

Durante todos estos años, su afición a las ciencias le llevó a ampliar sus conocimientos, haciendo los estudios que por aquellos años se denominaban sublimes, mayores y astronómicos.

En 1784 participó en el proyecto hidrográfico de Vicente Tofiño, y al año siguiente fue asignado a la expedición de Antonio de Córdoba al estrecho de Magallanes, con objeto, entre otros, de experimentar si realmente valía la pena acometer sus pasos, con los buques de vela de aquel tiempo, a pesar de los huracanados vientos de componente oeste y las fuertes corrientes, o bien si era mejor desafiar los temporales del mar abierto, doblando el cabo de Hornos. Galiano fue designado para formar parte de esta expedición por recomendación especial de Tofiño, por tener fama de aventajado en los estudios astronómicos y en el manejo de los instrumentos a emplear; era ya teniente de fragata.

En 1788 colaboró de nuevo con Tofiño en una expedición cartográfica a las Azores y en 1789 se embarcó para América del Sur con Alejandro Malaspina. El 20 de septiembre de 1789, Alcalá Galiano y Felipe Bauzá establecieron un observatorio en Montevideo para estudiar el paso de Mercurio por delante del Sol. Alcalá Galiano escribió en su diario: «Para el día 5 [de noviembre] esperamos el paso de Mercurio sobre el disco del Sol, que lo hemos calculado por las latitudes y longitudes heliocéntricas, usando para Mercurio las 9 tablas de Monsieur [Joseph] de la Lande, como por estenso se ve en el cálculo; no encontramos acordes nuestros resultados con los del Conocimiento de tiempos de Almanak Náutico, pero estamos seguros de haver usado en nuestro cálculos la mayor prolixidad». La noticia de esta falta de acuerdo con el Almanaque fue aplicada por Urbain Le Verrier en sus Recherches sur l´orbite de Mercure (París, 1843) para determinar el valor numérico de la anomalía correspondiente al desplazamiento secular del perihelio del planeta. Alcalá Galiano hizo también obeservaciones del eclipse (inmersión) del segundo satélite de Júpiter.

Esta expedición, siguiendo la estela de James Cook y Jean-François de La Pérouse, se efectuaba no sólo con fines hidrográficos y astronómicos, sino también para estudio de la botánica y de las ciencias naturales en general, a cuyo efecto embarcaron naturalistas y dibujantes. Otro importante objeto de la expedición era conocer la verdad del estado de las colonias españolas y sus necesidades políticas, económicas y militares. Galiano trabajó en la expedición con su ahínco acostumbrado y publicó al final una interesante Memoria con el resultado de sus observaciones astronómicas y cálculos.

Tras doblar el cabo de Hornos en compañía de Malaspina, recalaron juntos en Acapulco, donde recibieron la orden de efectuar una detallada exploración para comprobar o desechar la idea de la existencia del Paso del Noroeste, unión entre los océanos Atlántico y Pacífico, como había asegurado el navegante español Lorenzo Ferrer de Maldonado y también Juan de Fuca. A tal efecto, se propuso al virrey que los capitanes de fragata Dionisio Alcalá Galiano y Cayetano Valdés dejasen la expedición de Malaspina, tomasen el mando de las goletas Sutil y Mejicana y llevasen a cabo un prolijo reconocimiento del estrecho de Juan de Fuca. Ambos barcos eran de muy poco calado, a propósito por ello para navegar por canales de poco fondo. La Sutil, aparejada de bergantín, y la Mejicana, de goleta, ambas bien pertrechadas de instrumentos astronómicos, antiescorbúticos y de objetos de rescate para regalar y cambiar con los indios. Como segundos iban los tenientes de navío Vernaci y Salamanca; Galiano, como oficial más antiguo, mandaba la expedición.

Visitaron primero el puerto de Nutka, donde había un puesto y varios buques españoles. Por observaciones astronómicas obtuvieron la longitud de Nutka, para referir a ella todas las demás por medio de los cronómetros, y procedieron a efectuar los reconocimientos ordenados luchando con las rápidas corrientes y los fuertes vientos encajonados entre altas montañas.

Antes de retornar a Nueva España, trabó conocimiento y cortés amistad con el célebre explorador George Vancouver. Con él los españoles cambiaron información sobre los descubrimientos realizados por los de una y otra nación, y una vez reconocidas todas las calas, con los buques o con los botes, y no hallada salida alguna, se dieron por terminadas estas exploraciones, demostrándose el carácter apócrifo del viaje que confirmaba al estrecho de Fuca como canal de unión entre los dos océanos.

Trafalgar

Puesto que desde el 12 de diciembre de 1804 existía estado de guerra con el Reino Unido, por la agresión injustificada llevada a cabo contra cuatro fragatas españolas a la altura del cabo de Santa María, se había conferido a Galiano el mando del navío Santa Ana, de 112 cañones, del que después fue relevado, para ocuparse por entero «al desempeño de los trabajos relativos a su expedición en que había estado empleado en el Mediterráneo, terminando por fin la «Relación»».

Cuando empezaron los armamentos en el departamento de Cádiz con toda intensidad, Galiano se dirigió al Príncipe de la Paz, rogándole le confiriese un destino que pudiese servir a su Patria con las armas. Se le dio el mando del navío Glorioso, que permutó por el San Leandro, y a finales de mayo tomó de nuevo el mando del Bahama. La escuadra combinada entró en Cádiz después de la expedición contra la Martinica, y las fuerzas del general Álava que estaban de apostadero quedaron a las órdenes de Federico Gravina.

La débil escuadra bloqueadora de Cuthbert Collingwood se fue reforzando más y más. Galiano se ofreció de nuevo para forzar el bloqueo e ir a América en busca de caudales.

Ordenada por Napoleón a Villeneuve la salida de la escuadra, se convocó a bordo del buque insignia un consejo de guerra al que asistieron Churruca y Galiano como únicos brigadieres, el segundo en calidad de comandante del Cuerpo de Pilotos.

Al refutar la opinión general de los españoles, expuesta por el mayor general Escaño, de ser contrarios a la salida sin esperar un debilitamiento de los británicos, el contraalmirante Magón se expresó de manera harto inconveniente. Galiano, de carácter vehemente, le replicó con acaloramiento, llegando al punto de temerse un duelo entre ambos.

Galiano había acompañado a su familia dos días antes a Chiclana, con el pensamiento de volver pronto, pues era cosa decidida que la escuadra no saldría. No obstante, de improviso, en la madrugada del 19 de octubre salió el Bahama formando parte de una división avanzada mandada por Magón.

Ya fuera toda la escuadra, el Bahama formaba parte de la segunda división de la escuadra de observación mandada por Gravina. En la mañana del 21 quedó en la línea a retaguardia, entre el Plutón y el Aigle, ambos franceses.

Galiano presentía el duro golpe que iba a recibir España en su Armada y estaba resuelto a perecer con honor. Dirigiéndose al guardiamarina Butrón, su pariente, y señalándole la bandera, le dijo: «Cuida de no arriarla aunque te lo manden, porque ningún Galiano se rinde y ningún Butrón debe hacerlo».

El Bahama se batió heroicamente con dos navíos enemigos y en algún momento con tres. En la enérgica defensa que Galiano realizó de su buque, recibió primero una contusión en la pierna a consecuencia de un balazo que le dobló el sable. Después un astillazo en la cara que le hizo perder mucha sangre, negándose a dejar su puesto. Otra bala le arrebató el anteojo de las manos y, por último, un proyectil de cañón de mediano calibre le destrozó la cabeza quitándole la vida.

Desarbolado el buque y todo cubierto de cadáveres, el teniente de navío en quien recayó el mando, juzgando toda resistencia inútil y hallándose ya el navío falto de todo poder combativo, ordenó arriar la bandera, cosa que no tuvo que hacer el guadiamarina Butrón, que ya había sido herido gravemente. El furioso temporal que siguió al combate arrojó al Bahama contra la costa.

Recibió sepultura en la mar y su recuerdo es perpetuado en el Panteón de Marinos Ilustres con una lápida, colocada en la tercera capilla del Oeste, que dice lo siguiente:

 A la memoria
 del Brigadier de la Armada
 Don Dionisio Alcalá Galiano,
 muerto gloriosamente sobre el navío de su mando
 el Bahama en el combate de Trafalgar
 el 21 de octubre de 1805

Historias de la Historia de España Capítulo 64. Érase un 8 de enero, un general muy valiente y un recuerdo de su caballo.

muerte espartero
…Su padre había encauzado su formación para un destino eclesiástico pero la Guerra de la Independencia lo arrastró desde muy joven al frente de batalla, que no abandonó hasta veinticinco años después. Combatiente en tres de los cuatro conflictos más importantes de España en el siglo XIX, fue soldado en la guerra contra la invasión francesa, oficial durante la guerra colonial en el Perú y general en jefe en la ya mencionada Primera Guerra Carlista. Vivió en Cádiz el nacimiento del liberalismo español, senda que no abandonaría jamás. Hombre extremadamente duro en el trato, valoraba la lealtad de sus compañeros de armas —término que no gustaban de oír los demás generales— tanto como la eficacia. Combatió en primera línea, fue herido en ocho ocasiones y su carácter altivo y exigente lo llevó a cometer excesos, en ocasiones muy sangrientos, en la disciplina militar. Convencido de que su destino era gobernar a los españoles, fue por dos veces presidente del Consejo de Ministros y llegó a la Jefatura del Estado como regente durante la minoría de edad de Isabel II. Ha sido el único militar español con tratamiento de Alteza Real y, a pesar de todas sus contradicciones, supo pasar desapercibido los últimos veintiocho años. Rechazó la Corona de España y fue tratado como una leyenda desde bien joven.

La Patria cuenta con vuestros esfuerzos,
con vuestras virtudes, con vuestra sabiduría,
para que hagáis leyes que afiancen sus derechos y
destruyan los abusos que se han introducido en el gobierno
del Estado. Hacedlas; que la Reina tendrá una
gran satisfacción en aceptarlas, y la Nación en obedecerlas.

En cuanto a mí, señores, yo las obedeceré siempre,
porque siempre he querido que se cumpla la voluntad
nacional, y porque estoy convencido de que
sin la obediencia a las leyes, la libertad es imposible.

Baldomero Espartero en la sesión de las Cortes Constituyente
del 28 de noviembre de 1854

El político radical

Terminada la guerra, Espartero había alcanzado gloria y fama entre todo el pueblo y, lo que es más importante, en el seno del ejército. En agosto de 1837 se había unido al Partido Progresista por rechazo a la inestabilidad que propugnaban los moderados. Sus enfrentamientos con Ramón María Narváez venían desde años atrás, cuando no se le suministraban las mismas tropas, material y fondos que al Espadón de Loja.

Las incursiones de Espartero en política desde 1839 eran duramente contestadas por la prensa moderada. Consciente de su poder y opuesto al conservadurismo de María Cristina, tras las revueltas de 1840 consiguió ser nombrado presidente del Consejo de Ministros, pero el insuficiente apoyo lo obligó a dimitir. Espartero lideraba sin oposición el Partido Progresista y necesitaba una mayoría suficiente en las Cortes. El motín de la Granja de San Ildefonso había llamado la atención a los moderados sobre la fortaleza de los liberales y, por tanto, del propio Espartero. Así, el enfrentamiento con la regente acerca del papel de la Milicia Nacional y de la autonomía de los Ayuntamientos, concluyó en una sublevación generalizada contra María Cristina en las ciudades más importantes —Barcelona, Zaragoza y Madrid, las más destacadas— y en la renuncia y entrega de ésta de la Regencia y custodia de sus hijas, incluida la reina Isabel, en manos del general.

Últimos años

Pasó los últimos años de su vida en su hogar, rodeado del afecto de sus paisanos, siendo referente de muchos de los políticos de la época. Su conocida altanería dio paso a un hombre de estado, consejero para todos y que manifestó en cuantas ocasiones pudo su deseo de que las desavenencias entre las distintas facciones políticas no se solventasen más por la vía de las armas. La muerte de su esposa Jacinta lo sumió en un profundo pesar y ya no atendió más que a su propio final.

Su testamento había sido otorgado el 15 de junio de 1878, apenas seis meses antes de fallecer y poco después de la muerte de su esposa. Al no tener hijos, Espartero nombró heredera universal a su sobrina Eladia Espartero Fernández y Blanco, por quien sentía gran predilección. La herencia, constituida por una gran fortuna, iba acompañada de todos los títulos y honores. Al resto de sobrinos y al personal de su casa les dio mandas y legados, y a su antiguo ayudante, el Marqués de Murrieta, le otorgó la espada con la que Bilbao lo obsequió y la estatua ecuestre que le regaló la ciudad de Madrid, además de otras pertenencias militares menores.

Hoja de servicios

Año, Día y mes.  Empleo

1809- 1 de noviembre- Soldado Distinguido
1812- 1 de enero——-    Subteniente
1814- 2 de septiembre  Teniente
1816- 9 de septiembre  Capitán
1817- 1 de agosto——    Segundo Comandante
1821- 26 de febrero—-  Comandante
1822- 23 de marzo—–  Coronel Graduado de Infantería
1823- 1 de febrero—–   Coronel Efectivo de Infantería
1823- 9 de octubre—-   Brigadier
1834- 17 de febrero—   Mariscal de campo
1836- 21 de junio—–    Teniente general
1838- 1 de mayo——-   Capitán general

Baldomero Espartero, mariscal de campo,
el 11 de septiembre de 1835 en Arrigorriaga
(Vizcaya), cargó a la bayoneta
al frente de su brigada y arrolló a cuatro
batallones carlistas; cargó otra vez a la
bayoneta con sus ordenanzas y un grupo
de soldados desalojando al enemigo del
puente de Bolueta (Bilbao), recibiendo
una herida grave de bala y un lanzazo.
Acciones que le valieron La Real y Militar
Orden de San Fernando

En su honor y memoria se inauguró en 1886 (siete años después de su fallecimiento) una estatua que fue colocada en la madrileña calle de Alcalá, frente a la puerta que da acceso al Parque del Retiro.

No se sabe la causa pero Pablo Gilbert (escultor encargado de realizar dicho estatua ecuestre) la esculpió dotándole al caballo, sobre el que iba montado Espartero, de unos grandes atributos testiculares. Esto propició que rápidamente, y haciendo un símil con la valentía, bravura y gallardía del militar, se empezase a utilizar de modo popular expresiones como ‘tienes más cojones que el caballo de Espartero’.

placaEspartero

Historias de la HIstoria de España; Capítulo 62. Érase un fundador de periódicos, Torcuato Luca de Tena y Álvarez-Ossorio.

luca de tena

Torcuato Luca de Tena y Álvarez-Ossorio, I marqués de Luca de Tena, periodista y empresario. Nació en Sevilla en 1861 y murió en Madrid en 1929 a los 68 años de edad.
Fue el fundador del periódico ABC y de la revista Blanco y Negro. Está considerado como uno de los periodistas más relevantes de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, por haber contribuido con sus publicaciones a la renovación de la prensa española de su época.
Familia
Hijo de Torcuato Luca de Tena y Reyna y Dolores Álvarez Ossorio y Pizarro. Fue el primogénito de cuatro hermanos. Contrajo matrimonio con María de la Esperanza García de Torres y León, de esta unión nacieron dos hijas (María del Pilar y Valentina) y un hijo (Juan Ignacio).
Torcuato Luca de Tena era hijo de una acomodada familia industrial de Sevilla, vinculada de antaño al espíritu liberal de la ciudad y fue el primer miembro destacado de una larga familia de periodistas y escritores que continuó su exitosa labor en el negocio de las comunicaciones.
Formación
En Sevilla cursó los estudios primarios, pero a los 14 años se trasladó a Madrid para estudiar bachillerato en el Instituto de San Isidro, y posteriormente estudió la carrera de Derecho en la Universidad Central de Madrid, interrumpida dos años porque desarrolló el cargo de agregado diplomático en la embajada de España en Marruecos. Terminada posteriormente la carrera estuvo unos 10 años dedicado a los negocios familiares y a la gran banca, viajando con frecuencia por Europa (Suiza, Francia y Alemania) , donde pudo estudiar de cerca el grado de adelanto que tenía a la sazón el periodismo europeo.
Periodismo
Su relación con el periodismo se inició a una edad muy temprana, porque en el instituto donde estudiaba bachillerato creó con otros compañeros un semanario juvenil, titulado: La Educación. Bastantes años más tarde desarrolló su vocación periodística, gracias a su temperamento españolista y por su depurado gusto artístico, en el mundo del periodismo.
Fundador de periódicos
Luca de Tena intuyó el moderno sentido empresarial de la prensa en una época en que comenzaba a hacer crisis el viejo estilo de los órganos políticos españoles. Así surgió la idea de crear Blanco y Negro, que fundó en 1891 cuando tenía treinta años. La revista Blanco y Negro, fue uno de los estandartes del proceso de modernización de la prensa española, y, desde este momento, la dedicación de Torcuato Luca de Tena al negocio informativo fue absoluta. En su persona fusionó los cargos de fundador, director, gerente, ingeniero de talleres, administrador y gestor de una publicación que agotó los 20.000 ejemplares de su primera tirada. En 1897, Blanco y Negro ya era la revista de mayor circulación en el país con más de 40.000 ejemplares en la calle. El semanario, pionero en dotar de gran protagonismo a la información gráfica, incluía además de las secciones literarias y artísticas, temas de actualidad. Torcuato Luca de Tena publicó numerosos artículos con el seudónimo de Ego sum.
Animado por el éxito de la revista, el empresario fundó en1903 el periódico ABC, publicación editada primero semanalmente luego bisemanalmente, hasta que en 1905 se convirtió de forma definitiva en diario. El formato reducido, la expresividad de sus titulares, la calidad de impresión y, nuevamente, la dedicación preferente a la información gráfica, se convirtieron en los principales atractivos de un nuevo periódico que expandía claramente la orientación ideológica de su propietario.
A finales de 1905, el diario superó los 100.000 ejemplares y dobló la tirada en la siguiente década. En 1909 fundó la Sociedad Anónima Prensa Española, que se convirtió en la editora de sus publicaciones y en una empresa periodística de gran envergadura que se ha mantenido con fuerza en el negocio informativo hasta la llegada del siglo XXI. Poco tiempo después de la muerte del fundador, apareció en 1929 la edición de ABC Sevilla al frente del cual estuvo Juan Ignacio Luca de Tena.
Fundó, además, las publicaciones «Hispania», «Actualidades», «El Teatro», «Los Toros» y «Gente Menuda». Adquirió la propiedad del semanario «Gedeón».
Militancia política
A su regreso a Madrid en 1878 se encargó de los negocios familiares y se despertó su inclinación política hacia los postulados del Partido de Sagasta, en el que ingresó en 1890. Liberal y conservador convencido, fue diputado por Martos en las legislaturas de 1893, 1898 y 1901, y senador, por Jaén en 1903 y 1905, y por Sevilla en 1907, siéndolo más tarde vitalicio hasta el gobierno del general Primo de Rivera, en 1923.
Luca de Tena rehusó dos veces ser ministro, con Canalejas primero, y con Maura después, pero en su vida parlamentaria intervino defendiendo problemas del ramo de Comunicaciones, y por su iniciativa se lograron reformas tan interesantes para el periodismo como la libranza de prensa, el franqueo concertado y ciertas modificaciones en el giro postal.
Reconocimientos
Meses antes de morir Luca de Tena, Alfonso XIII le otorgaba el título de marqués de Luca de Tena para sí y sus hijos y descendientes, «premiando de este modo los grandes y constantes servicios que a la nación y a la monarquía ha prestado el ilustre patricio».
Fue galardonado con la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica y de Alfonso XII y caballero de la Legión de Honor.
El periódico ABC instauró el Premio Luca de Tena al mejor trabajo periodístico de cada año que se publicase en España.
A la hora de morir, Luca de Tena dispuso que su esquela sólo tuviese un título: periodista.
En el parque María Luisa hay un monumento con un busto en bronce cuyo pedestal dice Sevilla a Torcuato Luna de Tena y Alvarez Ossorio (1861-1929 ).

Historias de la Historia de España; Capítulo 61. 1 de enero de 1903, Érase un periódico.

abc
El diario ABC es el decano de la prensa de Madrid. De los más de cien periódicos diarios publicados en España, una veintena de ellos salieron a la calle antes que ABC, pero sólo éste se editó en Madrid y su difusión fue nacional.
Fundado por Torcuato Luca de Tena y Álvarez-Osorio, el diario ABC salió a la calle el 1 de junio de 1905, como sucesor del semanario del mismo nombre cuyo primer número se editó el 1 de enero de 1903 con el subtítulo de Crónica Universal Ilustrada y a un precio de diez céntimos.
Ya impreso en rotativa el ABC diario, que salió a la venta en 1905 con el número 142 (el 141 correspondió al último ABC semanal) constaba de 16 páginas y tenía ya un marcado carácter gráfico, sin olvidar la importancia de la publicidad, que en el primer ejemplar de ABC ocupaba toda la portada. Su precio se redujo entonces a la mitad: cinco céntimos y su formato, tipo revista, ha sido la característica desde sus orígenes y la singularidad de ABC respecto a los principales diarios de Europa.
Con el mismo formato, características, y en la misma línea que el rotativo de Madrid, Juan Ignacio Luca de Tena, hijo del fundador, vinculó a la citada publicación madrileña el diario ABC de Sevilla, que con la misma cabecera salió a la calle el 12 de octubre de 1929, en homenaje a su padre, sevillano de nacimiento y fallecido el 15 de abril del 29, año en que la ciudad hispalense acogía la Exposición Universal.
Editados por Prensa Española, SA, sociedad mercantil fundada también por Torcuato Luca de Tena, ABC manifestaba en su primer número su intención de no adscribirse a ninguna opción política «…no seguirá bandera alguna para no mermar su independencia», sin embargo su línea editorial ha sido definida desde sus inicios como «monárquica, liberal e independiente».
Precisamente por su decidida orientación monárquica el rotativo dejó de publicarse en varias ocasiones durante la II República. En 1931 el Gobierno provisional presidido por Aniceto Alcalá Zamora suspendió la publicación durante veinticinco días, situación que se repitió el 21 de noviembre del mismo año, pero en esa ocasión el cierre, acompañado de una multa de mil pesetas, fue de tres días; y la causa «menospreciar al Parlamento español» al haber sancionado éste el acta de acusación contra Alfonso XIII. La tercera suspensión de ABC, tuvo lugar del 10 de agosto de 1932 al 4 de noviembre del mismo año, y se produjo por Decreto del Ministerio de la Gobernación, en el gobierno presidido por Manuel Azaña. Durante la guerra civil, ABC de Madrid, al igual que otras muchas publicaciones de la época, fue incautado y lejos de los planteamientos de sus fundadores, pasó a ser un periódico de corte republicano. Lo mismo le sucedió a ABC Sevilla, que también apartado de los planteamientos iniciales, tuvo que afrontar las directrices de la guerra, pero desde el bando nacional.
Una vez finalizada la contienda, ABC volvió a manos de los Luca de Tena en marzo de 1939, y el 23 de abril reanudó de nuevo la publicación a diario de las páginas en huecograbado. Aunque en esta nueva época, superó dificultades, (censuras, multas y secuestros), ABC ha procurado desde entonces ser fiel a la línea para la que fue creado y con la que obtuvo tan buenos resultados.
Con cincuenta mil ejemplares de tirada en el primer número de 1905, que cuadriplicó en los meses siguientes, ABC se colocó ya en 1918 a la cabeza de la circulación de la prensa madrileña y en los años treinta, cuando ya utiliza en sus páginas el color, el bicolor y la tricromía, se consolida como primera publicación de España y la más importante en número de lectores en Madrid. En 1927 ABC tiraba 147.000 ejemplares; 162.000 en 1928; 181.000 en 1929 y 193.000 en 1930.
En casi un siglo de existencia, las páginas de ABC han informado sobre acontecimientos históricos, nacionales e internacionales como la crisis de 1909 y la de 1917; la dictadura de Primo de Rivera, el fin de la monarquía de Alfonso XIII, la proclamación de la II República, la designación de Franco como jefe del Estado, el fin del franquismo y los acontecimientos políticos más importantes operados en la España de transición a la democracia; el ingreso de España en la Unión Europea o el reciente atentado contra las torres gemelas y el Pentágono en Estados Unidos, entre otros.
Siguiendo con su línea monárquica, las páginas de ABC han sido testigos de los principales acontecimientos referentes a la Familia Real española. Desde el atentado contra Alfonso XIII el 31 de mayo de 1906,la boda de Don Juan Carlos de Borbón en Atenas, en 1962, la renuncia en mayo de 1977 de Don Juan, a quien ABC dedicó diversas portadas como Juan III; la proclamación de Juan Carlos I como rey de España, en 1975, o el entierro de Don Juan en 1993, sin olvidar las bodas de las infantas de España o la jura del Príncipe de Asturias de la Constitución como Heredero de la Corona, tras alcanzar la mayoría de edad, en 1986. ABC que además de ser fiel a su línea, ha conservado durante casi un siglo su cabecera y un formato original y prácticamente inalterable, nació con un espíritu innovador. Ya en 1903 el fundador Torcuato Luca de Tena manifestaba en las páginas del primer número «ABC pretende ser no un periódico más, sino un periódico nuevo por su forma».
La peculiaridad de sus portadas han servido en ocasiones de referente en su objetivo innovador. Destaca por ejemplo, la primera portada del diario del 1 de junio de 1905 que salió a la calle sin fotografía, que no se incluyó hasta el 1 de abril de 1908. En el número de ese día una fotografía llenaba la portada, característica de las primeras de ABC desde entonces.
Otras portadas innovadoras fueron las del 20 de abril de 1912 en la que se plasmó la situación del «Titanic», cuando se hundió en el Atlántico, haciendo ya uso de recursos infográficos; cuatro fotos de la misma noticia formaban el diseño de la portada del 31 de diciembre de 1935, la superposición de imágenes en la del 13 de septiembre de 1942, el sangrado de la fotografía para incluir en su lugar parte de un texto, en la primera del 29 de julio de 1935, o la movilidad de la cabecera de derecha a izquierda y no en el centro, han sido otros de los ejemplos. Igualmente insólitas han sido sus dimensiones, ya que a comienzos de siglo dominaban los diarios con formatos tipo sábana. En 1903 ABC aparece con un formato de 23 por 41,5 centímetros, y leves han sido las variaciones desde entonces. En la actualidad, es decir un siglo después, ABC sigue siendo el diario con el formato más reducido, pese a que en 1999 aumentó un 20 por ciento la «mancha» y pasó de 23 por 32 centímetros a 25,5 por 35, su formato actual. Además, y a diferencia de otros rotativos, sus hojas van grapadas y sólo ABC colocaba la práctica totalidad de las fotos en las primeras y últimas hojas, es decir las que «envuelven» el periódico, destacando en las páginas interiores los dibujos, caricaturas y gráficos. En la actualidad ABC incluye también fotos en sus páginas interiores.
Hasta 1989 las páginas gráficas de ABC se imprimían en huecograbado, mientras que para las escritas se utilizaba la tipografía. El 27 de junio de 1989 ABC comenzó a utilizar el offset y a partir de entonces a incorporar color a su portada. Pese a que ABC publicó su primera portada a todo color el 20 de marzo de 1960 es desde finales de los ochenta cuando las publica diariamente en color.
En cuanto a la tipografía, el rotativo madrileño, y también a diferencia del resto, utiliza en sus textos la letra helvética y en sus titulares la romana y frente a las 5 o 6 columnas habituales en el resto de tabloides nacionales ABC ha venido empleando tres columnas por página. Desde su modificación en 1999 diseña a cuatro columnas.
Otra característica del rotativo madrileño, además de la gráfica y tipográfica ha sido la literaria. Azorín fue el periodista que el 1 de junio de 1905, en el primer número del ABC diario, informaba del atentado sufrido por Alfonso XIII en París, y lo hacía mediante una crónica telefónica, la primera en la historia del periodismo español. Desde la primera redacción de ABC diario compuesta por dieciocho periodistas, entre los que además de Azorín se encontraban José Trabado, Navarro Ledesma, Rómulo Muro, Enrique Mariné, Virgilio Colchero, etc, muchas e importantes han sido las firmas de ABC. Emilia Pardo Bazán, Ramón Pérez de Ayala, los Hermanos Quintero, Blanca de los Ríos, Unamuno, Valle Inclán, etc, Julio Caro Baroja, Camilo José Cela o José Donoso, y más recientemente, Julián Marías, Lázaro Carreter, Juan Manuel de Prada, Seco Serrano, Alfonso Ussía y Cándido, entre otros. Además, numerosos cartelistas, ilustradores, dibujantes de humor, de historietas, viñetas y jeroglíficos han pasado por las páginas de ABC, como Medina Vera, autor de los primeros chistes políticos del diario, Santiago Regidor, Joaquín Xaudaró, Sileno, Fresno, Antonio Orbegozo o Antonio Mingote, quien publicó su primer dibujo humorístico en ABC el 19 de junio de 1953.
En la actualidad, ABC se vende en Alemania, Austria, Bélgica, Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Francia, Grecia, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Holanda, México, Portugal, Reino Unido, Suiza y Marruecos.
En el ámbito nacional, y junto a ABC de Sevilla, el diario decano de la prensa de Madrid, cuenta con ediciones en Toledo, Córdoba, Cataluña, Castilla y León y Comunidad Valenciana, además de su edición digital (abc.es), disponible en la red desde septiembre de 1995.
Igualmente, y junto a ABC diario, aparece todos los domingos, y con periodicidad semanal Blanco y Negro (ByN), revista cuyo primer número salió a la calle el 10 de mayo de 1891 y que desde el 6 de marzo de 1988 se imprime como suplemento dominical de ABC. ByN fue el sustituto de «Los Domingos de ABC», el primero de los suplementos de la prensa española que se editaba desde 1968.

Historias de la HIstoria de España; Capítulo 58. Érase un mes de diciembre, un pronunciamiento, como no, militar, Martínez Campos y un nuevo Rey

martinez campos

En 1868 la reina Isabel II fue destronada. Un año después fue destinado a Cuba donde acababa de empezar la Guerra de los Diez Años. Regresó a España tres años después como brigadier por méritos de guerra. Una vez en la Península, recibió el mando de una brigada para luchar en Cataluña contra los carlistas. En 1873, el presidente Nicolás Salmerón le encargó someter los cantones de Almansa y de Valencia, lo que consiguió sin mucha dificultad.
El 2 de enero de 1874 el general Manuel Pavía disolvió las Cortes, el final de la Primera República estaba cerca.
Martínez Campos era partidario de la Restauración de los Borbones en el trono, pero al contrario que Cánovas del Castillo, él no estaba dispuesto a esperar a que la campaña política pacífica acabara por reconvertir a España en una monarquía.
El 29 de diciembre de 1874 el gobierno, que sospechaba de Martínez Campos, había decidido desterrarle. Enterado, simuló dirigirse a Ávila, pero fue directamente a Sagunto, requerido por los alfonsinos valencianos para que se pronunciara. Mientras, el brigadier Luis Dabán Jefe de la brigada de Segorbe, trasladó a parte de su tropa hasta este mismo lugar. El 29 de diciembre con los soldados formando un cuadro, Martínez Campos se dirigió a ellos y proclamó al príncipe Alfonso, hijo de Isabel II, Alfonso XII, Rey de España. El gobierno que, en esos momentos estaba en manos de Serrano, no se opuso al pronunciamiento, aceptando al nuevo rey.
Tras la llegada de Alfonso XII a España, se le otorgó el mando de las tropas que luchaban contra los carlistas en Cataluña y Navarra. En marzo de 1875 ocupó Olot (la «capital» carlista de Cataluña) y poco después sitió Seo de Urgel, que cayó en agosto. Tras acabar con unos pocos reductos, el levantamiento carlista en Cataluña quedó definitivamente controlado el 19 de noviembre. El ejército concentró entonces todo su esfuerzo en Navarra, último reducto carlista. El 28 de febrero de 1876 Alfonso XII, el Pacificador entraba en Pamplona. Tras el final de la contienda, Martínez Campos fue ascendido por méritos de guerra a Capitán General.
Fue diputado a Cortes por el distrito de Sagunto en las elecciones de 1876, aunque en noviembre renunció al cargo para ser sustituido por Eduardo Castañón.
Ese mismo año fue destinado de nuevo a Cuba. Como Capitán General de la isla estaba al mando de las tropas que luchaban contra los rebeldes desde hacía ocho años.
Al mando de unos 20.000 hombres derrotó a los insurrectos en Santiago de Cuba y Las Villas. Poco después, dándose cuenta de que una guerra tan larga había conseguido debilitar a ambos contendientes y perjudicaba a toda la población de la isla, y, como era favorable a una política de tolerancia, Martínez Campos inició una serie de contactos con los insurgentes. Entonces declaró una amnistía total para todos aquéllos que abandonasen las armas. Los rebeldes, cansados de la guerra, comenzaron a abandonar la lucha.
El 7 de febrero de 1878 sostuvo un encuentro secreto con Vicente García González, jefe de los insurrectos y le transmitió sus condiciones para que abandonaran las armas.
Finalmente, el 10 de febrero se firmó la Paz de Zanjón, con la que se ponía fin a diez años de guerra. Se dio una mayor autonomía a Cuba y se abolió la esclavitud.
En 1879 regresó a la Península. Senador por derecho propio,2 el 7 de marzo, a instancias de Cánovas del Castillo, ocupó el cargo de Presidente del Consejo de Ministros y de Ministro de Guerra por el Partido Conservador. El 9 de diciembre fue sustituido por el propio Cánovas. Al darse cuenta de que había sido instrumentalizado por Cánovas, abandonó su partido y se pasó al Partido Liberal de Sagasta.
Formó parte del gobierno de Sagasta de 1881 a 1883 de nuevo como Ministro de Guerra. Mientras estaba en el cargo se ocupó de la creación de la Academia General Militar. El 20 de febrero de 1882 se publicó el decreto fundacional, firmado por el rey y por Martínez Campos, por el que se creaba la Academia en el Alcázar de Toledo.
En 1893, ocupando el cargo de Capitán General de Cataluña, sufrió un atentado anarquista en Barcelona.
Desde 1890, los choques entre las tropas españolas de Melilla y las tribus rifeñas de la zona iban en aumento. El 2 de octubre fueron asesinados un grupo de soldados españoles y unos presidiarios que trabajaban en la construcción de un fuerte a las afueras de la ciudad. La situación fue empeorando hasta que, el 27 y el 28 de octubre de 1893, fue atacado el fuerte de Cabrerizas Altas, en el cual el gobernador militar de Melilla, general de división Juan García Margallo murió junto con una parte de sus hombres. El gobierno español organizó inmediatamente un ejército de 20.000 hombres al frente de Martínez Campos.
Ante el temor a una guerra, el sultán Hassan I mandó a su hermano con tropas para controlar a las tribus del Rif.
El 5 de marzo de 1894, Martínez Campos firmó con el sultán un Tratado por el que se acabó el conflicto.
En 1895, al estallar otra vez la guerra, fue nuevamente nombrado Gobernador de Cuba. Pero esta vez sus intentos pacificadores no dieron mucho resultado y, al no querer endurecer las medidas contra los insurgentes, fue relevado al año siguiente por el general Valeriano Weyler, regresando a la Península.
Poco después fue nombrado Presidente del Tribunal Supremo de Guerra y Marina, cargo que ocupó hasta su muerte el 23 de septiembre de 1900 en Zarauz (Guipúzcoa).
Comunicado del Poder Ejecutivo de la República ante el pronunciamiento
En el momento mismo en que el Jefe del Estado movía el ejército del Norte para librar una batalla decisiva contra las huestes carlistas, utilizando los inmensos sacrificios que el Gobierno ha exigido al país, y que este ha otorgado con tan noble patriotismo, algunas fuerzas del ejército del Centro, capitaneadas por los Generales Martínez Campos y Jovellar, han levantado al frente del enemigo la bandera sediciosa de D. Alfonso de Borbón.
Este hecho incalificable que pretende iniciar una nueva guerra civil, como si no fueran bastantes las calamidades de todo género que pesan sobre la patria, no ha encontrado eco por fortuna ni en los ejércitos del Norte y Cataluña, ni en ninguno de los diversos distritos militares. El Gobierno, que ha apelado en las supremas circunstancias en que la Nación se encuentra en la Península y en América á todos los partidos que blasonan de liberales para ahogar en su comun esfuerzo las aspiraciones del absolutismo, tiene un derecho incuestionable y hasta un deber sagrado de calificar duramente y de castigar con todo rigor dentro de su esfera una rebelion que en su último resultado no podria favorecer si se propagase más que al carlismo y á la demagogia, deshonrándonos además á los ojos del mundo civilizado.
El Ministerio, fiel á sus propositos y leal á los solemnes compromisos que ante el país y Europa tiene contraidos, está hoy más resuelto que nunca á cumplir con su deber, y lo cumplirá.
Gaceta de Madrid
30 de Diciembre de 1874.

Historias de la Historia de España; Capítulo 57. Érase un mes de diciembre un «candado», cuatro actores de primera línea y una amenaza de guerra civil.

candado
En 1906 se presentó al Congreso un proyecto de Ley de Asociaciones que, vulgarmente, fue denominada la Ley del Candado. Con esta legislación, el Estado conseguía un poder total sobre cualquier asociación pudiendo disolverlas o no autorizarlas. La ley no era original española; era, como demostró Víctor Pradera, un calco de la Ley de asociaciones francesa de 1901.

Cuando Alfonso XIII firmó el proyecto, le dio una palmada en la espalda a Dávila, su redactor, y le dijo “Te deseo, cuando lo discutan las Cortes, tanta suerte para su aprobación como facilidades te he dado yo para firmarlo”. Su apoyo no fue puntual, siempre le mostraría su afecto a Canalejas “Yo siempre le daré la mano a usted para que se levante”.

Ante la comisión de Damas, Don Alfonso dijo: “Señoras: yo las recibo con mucho gusto y comprendo bien lo que desean y lo que quieren decirme. Soy católico fervoroso como ustedes pero puedo hacer muy poco en el asunto de que se trata, porque yo, ante todo, soy rey constitucional y, como tal, son las Cortes por iniciativa o de acuerdo con mi gobierno, las que resuelven sobre asuntos nacionales. Lo que yo puedo hacer y haré es entregar a mi gobierno esta exposición mañana mismo para que resuelva lo que estime necesario”. Don Alfonso tenía que dar gusto a todos. Así es que un año consagraba España al Sagrado Corazón de Jesús; otro negaba la prosperidad de la Iglesia; introducía en el gobierno a ministros masones o traía la pornografía en España. Y es así como un rey constitucional que ni reina ni gobierna sino que intenta satisfacer, dio el placer a los españoles de marcharse del país.

Cientos de manifestaciones se convocaron.

Sagasta acertó, tiempo atrás, cuando había dicho “eso no se puede hacer, porque no hay que olvidar que el partido carlista pondría en el campo ochenta mil hombres”. Ni más, ni menos, la actuación del carlismo, por esos años, estaba encaminada a hacer de contrapeso de los avances revolucionarios. La Comunión, como apunta Rodezno “era la Guardia civil de la Iglesia, sin que los obispos ni el alto clero se le mostrasen, ciertamente, muy agradecidos”. Ante esta situación, los carlistas e integristas desarrollaron una intensa campaña contra este proyecto al igual que la Iglesia, pues “Si las leyes del Estado están en abierta oposición con el derecho divino […] entonces la resistencia es un deber y la obediencia un crimen” como sentenció Senante. Incluso la Santa Sede llegó a amenazar con cambiar su posición respecto al carlismo y romper relaciones con Madrid. El mismo Carlos VII se refería al asunto:

Nuestra comunión, fiel guardadora de las tradiciones patrias, debe figurar en la vanguardia de todas las manifestaciones de viril protesta que se hagan, pues es su primer deber el de luchar siempre por la Causa de Dios, cuyo santísimo nombre figura al frente de nuestro lema inmortal, informando todo su credo.

Ante hechos tan escandalosos, pero lógicos en las actuales instituciones, únome de todo corazón a cuantas manifestaciones se hagan para alejar de mi patria ese nuevo baldón de ignominia con que el liberalismo pretende mancharla.

El proyecto fue aprobado por las Cortes, pero finalmente no tuvo prácticamente efecto. Un éxito para los grupos católicos. Mientras, el partido conservador, caracterizado por su desidia e inacción, optaba por el sostenimiento del edificio de la Restauración.

La discusión parlamentaria de esta ley fue muy polémica por la violenta oposición de los católicos y de la Iglesia, alterados por la real orden de 10 de junio del año anterior que autorizaba los signos externos de las religiones no católicas. Esta orden fue interpretada como un primer paso hacia la libertad de cultos. Militantes católicos, movilizados por los obispos, crearon unas “juntas de defensa”, y amenazaron con que estallaría una guerra civil. El Vaticano apoyó esta movilización para intentar presionar a Canalejas para que diera marcha atrás pero no lo consiguió.
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La Ley del Candado

“Don Alfonso XIII, por la gracia de Dios y la Constitución, Rey de España. A todos los
que la presente vieren y entendieren, sabed que las Cortes han decretado y Nos
sancionado lo siguiente:

ARTÍCULO ÚNICO: No se establecerán nuevas Asociaciones pertenecientes a Órdenes
o Congregaciones religiosas canónicamente reconocidas, sin la autorización del
Ministerio de Gracia y Justicia consignada en Real Decreto, que se publicará en la
‘Gaceta de Madrid’, mientras no se regule definitivamente la condición jurídica de las
mismas.
No se concederá dicha autorización cuando más de la tercera parte de los individuos que
hayan de formar la nueva Asociación sean extranjeros.
Si en el plazo de dos años no se publica la nueva ley de Asociaciones, quedará sin
efecto la presente ley.
Por tanto: Mandamos a todos los Tribunales, justicias, jefes, Gobernadores y demás
autoridades, así civiles como militares y eclesiásticas, de cualquier clase y dignidad, que
guarden y hagan guardar, cumplir y ejecutar la presente Ley en todas sus partes.

Yo El Rey 
El Presidente del consejo de Ministros, José Canalejas “

Gaceta de Madrid, nº 362, 28 de diciembre de 1910.

Historias de la historia de España; capítulo 56. Erase un Spanish Aerocar y un español que lo inventó.

torres quevedo

Nació el 28 de diciembre, conmemoración de los Santos Inocentes, en 1852, en Santa Cruz de Iguña, Molledo (Cantabria). Su padre, Luis Torres Vildósola y Urquijo, era Ingeniero de Caminos en Bilbao, donde ejercía de ingeniero de ferrocarriles. La familia residía normalmente allí, aunque también pasaban largas temporadas en el solar materno en La Montaña cántabra, sobre todo cuando el padre dirigió la construcción del puente del ferrocarril de Santander a Alar del Rey. Su madre fue Valentina de Quevedo y Maza y sus abuelos maternos José Manuel de Quevedo y Apolinaria de la Maza y Escalera. Los abuelos paternos fueron José Luis Torres Vildósola y Cayetana María de Urquijo, a pesar de lo afirmado por algunos de sus biógrafos, ya que aparece reflejado en la partida de bautismo. Durante su infancia pasó largas temporadas separado de sus padres debido a los viajes de trabajo. Por ello fue cuidado por las señoritas de Barrenechea, parientes de su padre, que le declararon heredero de sus bienes, lo que le facilitó su independencia futura.
Estudió el bachillerato en el Instituto de Enseñanza Media de Bilbao, y más tarde fue a París, al Colegio de los Hermanos de la Doctrina Cristiana, a completar estudios durante 2 años (1868 y 1869). Por traslado del padre, se instala la familia en Madrid en 1870 y al año siguiente inicia sus estudios superiores en la Escuela Oficial del Cuerpo de Ingenieros de Caminos. Suspende temporalmente sus estudios en 1873 para acudir como voluntario a la defensa de Bilbao, que había sido sitiada por las tropas carlistas durante la Tercera Guerra Carlista. Una vez se levantó el sitio de Bilbao, el 2 de mayo de 1874, volvió junto a su hermano a Madrid, donde finalizó sus estudios en 1876, siendo el cuarto de su promoción.
En 1903, Torres Quevedo presentó el Telekino en la Academia de Ciencias de París, acompañado de una memoria y haciendo una demostración experimental. En ese mismo año obtuvo la patente en Francia, España, Gran Bretaña y Estados Unidos.
El telekino consistía en un autómata que ejecutaba órdenes transmitidas mediante ondas hertzianas; constituyó el primer aparato de radiodirección del mundo, y fue un pionero en el campo del mando a distancia, junto a Nikola Tesla. En 1906, en presencia del Rey y ante una gran multitud, demostró con éxito el invento en el puerto de Bilbao al guiar un bote desde la orilla; más tarde intentaría aplicar el telekino a proyectiles y torpedos, pero tuvo que abandonar el proyecto por falta de financiación.
Pero es sin duda el Spanish Aerocar en las cataratas del Niágara, en Canadá el que le ha dado la mayor fama en esta área de actividad, aunque desde un punto de vista científico no sea la más importante. El transbordador de 580 metros de longitud es un funicular aéreo que une dos puntos diferentes de la orilla canadiense del río Niágara y discurre sobre un remanso conocido como El Remolino (The Whirpool), se construyó entre 1914 y 1916 siendo un proyecto español de principio a final: ideado por un español, construido por una empresa española con capital español (The Niágara Spanish Aerocar Co. Limited); una placa de bronce, situada sobre un monolito a la entrada de la estación de acceso recuerda este hecho: «Transbordador aéreo español del Niágara. Leonardo Torres Quevedo (1852–1936)». Se inauguró en pruebas el 15 de febrero de 1916 y se inauguró oficialmente el 8 de agosto de 1916, abriéndose al público al día siguiente; el transbordador, con pequeñas modificaciones, sigue en activo hoy día, con ningún accidente digno de mención, constituyendo un atractivo turístico y cinematográfico de gran popularidad.
en 1918, inventó y patentó el aparato central de un sistema de enclavamientos destinados a proteger la circulación de los trenes, dentro de una zona determinada, que se denominó «Enclavamiento T.Q.» (Patente española nº 66.560). A partir del año 1877, por tanto, se dedicó activamente al estudio y la experimentación práctica de algunas de sus ideas, y se trasladó a su tierra natal, el Valle de Iguña.
El 16 de Abril de 1885 se casó con Luz Polanco y Navarro, montañesa como él, y estableció su residencia en Portolín, barrio de Molledo, municipio distante dos kilómetros de su lugar de nacimiento. En su accidentada orografía, Torres Quevedo realizó experiencias durante la década de 1880 con transbordadores aéreos, los primeros de los cuales fueron construidos en los alrededores de su casa en Portolín. En este primer intento, la diferencia de altura fue de unos 40 metros, y la luz de unos 200 metros; el motor una pareja de vacas, y la barquilla, probablemente, una silla. Los siguientes transbordadores ya salvaban distancias considerables y utilizaban motores mecánicos.
En 1916 se inaugura su transbordador sobre el río Niágara y el rey Alfonso XIII le impone la Medalla Echegaray; en 1918 rechaza el cargo de ministro de Fomento que le ofrece el Marqués de Alhucemas. En 1920 ingresa en la Real Academia Española, en el sillón que había ocupado Pérez Galdós, y pasa a ser miembro de las sección de Mecánica de la Academia de Ciencias de París. Fue también elegido presidente de la Sociedad Matemática Española, cargo que ocupó hasta 1924. Además en ese año creó su segundo autómata ajedrecista. En 1922 la Sorbona le nombra Doctor Honoris Causa y, en 1927 se le nombra uno de los doce miembros asociados de la Academia de Ciencias de París.
En los últimos años de su vida Torres Quevedo dirigió su atención al campo de la pedagogía, a investigar aquellos elementos o máquinas que podrían ayudar a los educadores en su tarea. Patentes sobre las máquinas de escribir (patentes n.º 80121, 82369, 86155 y 87428), paginación marginal de los manuales (patentes n.º 99176 y 99177) y las del puntero proyectable (patente n.º 116770) y el proyector didáctico (patente n.º 117853).
El puntero proyectable, también conocido como puntero láser se basa en la sombra producida por un cuerpo opaco que se mueve cerca de la placa proyectada, esta sombra es la que utilizaría como puntero. Para ello diseñó un sistema articulado que permitía desplazar, a voluntad del ponente, un punto o puntos al lado de la placa de proyección, lo que permitía señalar las zonas de interés en la transparencia. Torres Quevedo expresa así la necesidad de este invento: «Bien conocidas son las dificultades con las que tropieza un profesor para ilustrar su discurso, valiéndose de proyecciones luminosas. Necesita colocarse frente a la pantalla cuidando de no ocultar la figura proyectada para llamar la atención de sus alumnos sobre los detalles que más les interesan y enseñárselos con un puntero».
También construyó un proyector didáctico que mejoraba la forma en la que las diapositivas se colocaban sobre las placas de vidrio para proyectarlas.
Fue un decidido partidario del idioma internacional esperanto, que apoyó, entre otros lugares, en el Comité de Cooperación Cultural de la Sociedad de Naciones. Murió en Madrid, en plena Guerra Civil el 18 de diciembre de 1936, cuando le faltaban 10 días para cumplir 84 años.

Historias de la Historia de España; Capítulo 55. Érase un mes de diciembre, una empresa pionera y un Rey de altos vuelos.

iberia alfonso XIII
Iberia (IATA: IB, OACI: IBE, y Callsign: Iberia BME: IBLA), es una aerolínea española. Su nombre oficial es Iberia Líneas Aéreas de España, S. A. Operadora. Fundada en 1927, es una de las compañías aéreas más antiguas del mundo, es la cuarta aerolínea de Europa por número de pasajeros y es la aerolínea líder en tráfico de pasajeros entre Europa y América Latina, tiene sede social en Madrid y cotizó en la Bolsa de Madrid desde abril de 2001 hasta enero de 2011, cuando fue sustituida por su matriz International Airlines Group.

Su principal base es el Aeropuerto de Madrid-Barajas. En 2010, la aerolínea obtuvo 89 millones de euros de beneficio (frente a las pérdidas netas de 273m€ de 2009, los 32 m€ de 2008 y los 327 m de € de 2007, los 56,7 m € de beneficios en 2006 y los 395 m€ de beneficios en 2005) y transportó 24,3 millones pasajeros. El Grupo Iberia vuela a 108 destinos en 42 países.

Los inicios

Fue fundada el 28 de junio de 1927 por el empresario vizcaíno Horacio Echevarrieta durante la dictadura de Primo de Rivera como monopolio del transporte aéreo español. Estaba previsto que el primer viaje comercial de Iberia fuese el 14 de diciembre de 1927 entre Madrid y Barcelona, con Alfonso XIII como pasajero de excepción. Sin embargo, fue un vuelo Barcelona-Madrid el primero que operó Iberia, al salir dos horas antes que el vuelo oficial. La intención era que Alfonso XIII pudiese presenciar el primer aterrizaje en el Aeropuerto de Carabanchel, actual aeropuerto de Cuatro Vientos, pero cuestiones meteorológicas obligaron a este avión a llegar más tarde de lo previsto. En 1928 había crecido, con tres aviones Rohrbach Ro VIII Roland, que eran unos trimotores con capacidad para diez pasajeros.

En 1929 fue forzada a aportar sus rutas y aviones a la recién creada CLASSA, a instancias del dictamen del Directorio Militar para formar un monopolio con una sola compañía que agrupara todas las existentes por entonces en España. Iberia retenía parte del accionariado de CLASSA. Tras la proclamación de la Segunda República Española, CLASSA fue disuelta y se creó así LAPE, que absorbió todas las rutas y bienes de CLASSA. Todos los accionistas de CLASSA recibieron una indemnización por ello. Durante todos los años de existencia de CLASSA y LAPE, Iberia fue una sociedad durmiente sin actividad real, pero pese a ello, presentaba anualmente su balance de cuentas en el registro mercantil.
En 1937 Iberia fue reactivada y se convirtió en la línea aérea del bando franquista, con sede en Salamanca, volando algunos Dragon Rapide y Junkers 52.

Hasta el 1939, en que realizó su primer vuelo entre Madrid y Lisboa, fue una aerolínea de ámbito exclusivamente nacional. A Lisboa le seguirían Londres, París y Roma en los años 1940. Iberia fue nacionalizada en 1944, pasando a formar parte del INI (Instituto Nacional de Industria). En septiembre de 1946 fue la primera aerolínea en volar entre Europa y América del Sur, mediante el establecimiento del itinerario entre Madrid y Buenos Aires. El avión usado para la ocasión fue un Douglas DC-4 y el trayecto fue entre Madrid y Buenos Aires, realizando escalas en Villa Cisneros, Natal y Río de Janeiro. También se comenzaron a usar azafatas en los vuelos. En 1954 se inauguró el vuelo entre Madrid y Nueva York. Para ello se utilizó un aparato Lockheed Constellation que formaba parte de un lote de tres aviones adquiridos por la compañía.

Flota histórica 

Hasta la Segunda Guerra Mundial (1927 – 1945)
Esta es la lista de las aeronaves de la Segunda Guerra Mundial:

Rohrbach Ro VIII Roland
Junkers G 24
Breguet 26T
Savoia Marchetti S.62P
Ford 4-AT
De Havilland DH.89A Dragon Rapide
Dornier Do J
Douglas DC-2
Junkers Ju 52
Douglas DC-1
De Havilland DH.90 Dragonfly
Douglas DC-3

Desde el fin de la segunda guerra mundial hasta la llegada de los reactores (1945 – 1965)
Esta es la lista de las aeronaves:

Douglas DC-4 Skymaster
Airspeed AS-65 Consul
Bristol 170 Freighter MK.21
Stinson 108-3 Voyager
Bloch 161 Languedoc
Bristol 170 Freighter MK.31
Lockheed L-1049 Super Constellation
Convair 440 Metropolitan
De Havilland D.H. 114 Heron-2
ATL 98 Carvair

Incorporación de reactores (1961 – 2010)
Esta es la lista de aeronaves:

Airbus A300
Airbus A319/320/321
Airbus A340
Douglas DC-8
SE 210 Caravelle VI R
SE 210 Caravelle 10R
Douglas DC-8 Serie 63
Douglas DC-9
Fokker F-28
Douglas DC-10
Boeing B727
Boeing B747
Boeing B757
McDonnell Douglas MD-83
McDonnell Douglas MD-87
McDonnell Douglas MD-88

Historias de la historia de España; Capítulo 48. Érase la primera novela de caballería de la historia y un siglo de oro valenciano.

TIRANT
Es uno de los libros más importantes de la literatura universal y en valenciano, siendo la primera novela caballeresca impresa (anterior a la novela de caballerías Amadís de Gaula) en el ámbito peninsular.

Se hacen referencias de Tirant lo Blanch, en la obra de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, como uno de sus libros de biblioteca.

La novela original está escrita en lengua Valenciana, la cual ha sido traducida a diversas lenguas, entre ellas el español para la comprensión de los hispanohablantes, amantes de la literatura caballeresca, en la traducción de la novela, el autor utiliza un lenguaje natural, sencillo y ágil por lo que narra las aventuras y viajes de Tirante el Blanco por todas las ciudades e Islas de Europa, África y Asia.

La novela, con componentes autobiográficos del mismo autor, narra los amores y pendencias del caballero protagonista que le da su nombre con un estilo que combina un realismo directo y crudo con los ideales caballerescos de la época. El héroe se inicia participando en competiciones caballerescas en Inglaterra y prosigue sus aventuras en Francia y termina llegando a salvar al Imperio Bizantino, como megaduque del imperio, frente a los turcos otomanos y ser césar, tras lo cual muere por una infección respiratoria justo antes de casarse oficialmente con la princesa Carmesina, heredera del imperio.

Algunas partes del Tirante tienen cierto paralelismo con la vida del almirante Roger de Flor, el líder de los almogávares, y que fue asesinado por los bizantinos. Se considera también la salvación de Constantinopla en este libro como un final alternativo a lo que realmente sucedió con la capital bizantina, tomada por los tropas otomanas del Sultán Mehmet II «El Conquistador» en 1453.

La novela caballeresca se desarrolló en la edad media, entre el siglo V y el XV. Esta época se caracteriza por la gran influencia de la iglesia católica (espíritu cristiano), en el periodo de los señores feudales y la presencia de caballeros con actividades peculiares en el estilo de vida. De la edad media ha sido considerada por muchos autores como «la noche de los tiempos» por la ausencia de los tiempos, la tecnología y la autentica filosofía, las personas en ese tiempo solo se preocupaban de la vida del más allá.

En el campo de las artes como: la arquitectura, la música, la pintura, la escultura, etc. Eran de carácter místico-religioso, es decir, los artistas se inspiraban en dioses, santos, ángeles celestiales y demás cosas que eran producto de la imaginación.

En este tiempo se desarrollaron distintas lenguas, en las que se destaca la lengua valenciana o catalana, en donde se escribió la obra «Tirante el blanco»
Nivel extratextual

Joanot Martorell

Novelista valenciano. Su obra Tirant lo Blanc, encomiada por Cervantes en el Quijote, marca un hito en la evolución de la narrativa caballeresca. Descendiente de una noble familia de Gandía (Valencia), ciudad donde nació y falleció, la vida de Joanot Martorell se documenta principalmente a través de los litigios que mantuvo con otros caballeros y que en ocasiones motivaron carteles de desafío, algunos a muerte, que no pasaron del forcejeo verbal. Uno de estos conflictos lo lleva a Inglaterra (1438) donde conoció el poema anglonormando del siglo XII Guy de Warwick, que luego traducirá en prosa con el título de Guillem de Varoic. El espíritu de los carteles de desafío sintetiza con esta traducción y de modo muy especial, con el Llibre de l’ordre de cavalleria de Ramon Llull, en la primera parte del Tirant lo Blanc, donde el protagonista se inicia como valeroso caballero en Inglaterra. El héroe, valiente y tímido a la vez, proseguirá sus hazañas guerreras en Sicilia, Rodas y Túnez; finalmente salva al Imperio bizantino de los turcos y se convierte, tras su boda con la princesa Carmesina, en César del Imperio. Poco después muere de pulmonía: justo final de una obra que hábilmente combina los ideales caballerescos con el más crudo realismo. La primera edición (Valencia, 1490) parece que fue preparada por Martí Joan de Galba, que decidiría la actual división en capítulos y acaso reelaborara algunos episodios.

Nivel textual

En la presente obra el narrador es omnisciente y conoce toda la historia y nos cuenta lo que ocurre en el exterior de los personajes, es decir, cómo se mueven, lo que dicen, etcétera. También puede contarnos lo que ocurre en el interior de los personajes, sus pensamientos, sus deseos. Incluso, a veces conoce el futuro.

PERSONAJES PRINCIPALES

EL CONDE DE VARAIOC (Noble caballero, Valiente, bondadoso y humilde, reinaba en la ciudad de Varaioc, que decidió hacer una peregrinación).

TIRANTE EL BLANCO (Joven de sentimientos nobles, caballeros con coraje, valiente y afable y sobre todo astuto e inteligente dispuesto a ayudar al prójimo; era hijo de un Tirante y su madre fue hija del Duque de gran Bretaña, se llamaba Blanca).

CARMESINA (Mujer joven y atractiva de singular belleza, de la cual se enamora perdidamente Tirante el Blanco, hija del Emperador y Emperatriz de Constantinopla)

SECUNDARIOS

EL REY DE INGLATERRA (Hombre temeroso, debil, macilento debido a que había perdido muchas batallas)

REY DE SICILIA (noble, asequible, generoso y solidario)

REY DE FRANCIA (noble y solidario, que esta dispuesto a cumplir una promesa).

DIADEFUS (Escudero fiel amigo, cómplice que acompaña en todas las hazañas y viajes a tirante).

PRINCIPE FELIPE (Personaje avaro y grotesco, carente de modales, por lo que es despreciado por su Padre El rey de Francia).

RICOMANA (Complaciente y cariñosa, hija del Rey de Sicilia)

EL EMPERADOR DE CONSTANTINOPLA (Padre de carmesina)

DUQUE DE MACEDONIA (Hombre muy torpe y tosco en modales)

ESCENARIOS

La novela se desarrolla en diversos escenarios ya que se narra la aventura y viajes por muchas ciudades e islas de África y Asia.

La ciudad de Varaioc (Inglaterra), Alejandría, Jerusalén, Londres, Isla de rodas, Constantinopla.

Historias de la historia de España; Cap.46. Érase un adelantado al que se le adelantaron y no le reconocieron su labor.

Velazquez
Diego Velázquez de Cuéllar (Cuéllar, 1465 – Santiago de Cuba, 1524), Adelantado, conquistador español y primer gobernador de Cuba, cargo que ocupó desde 1511 hasta su muerte en 1524. A él se debe la fundación de las siete primeras ciudades españolas de Cuba, y está considerado como el primer hispano-cubano de la historia.
[editar] Biografía

De ascendencia noble, procedía de una reconocida familia cuellarana, cuyos miembros habían servido durante generaciones a los Reyes de Castilla. Formó parte del segundo viaje de Cristóbal Colón en 1493, y contó con el apoyo del obispo Juan Rodríguez de Fonseca, colaborando después con el gobernador Nicolás de Ovando (1501–1509) en la pacificación de la isla La Española, donde llegó a ser uno de los hombres más principales.

El nuevo gobernador Diego Colón (1509–1515) le puso al frente de una expedición para conquistar y poblar Cuba en 1511, primero como capitán y más tarde como primer gobernador de la isla. En recompensa a sus servicios, obtuvo del rey el título de Adelantado de la isla.

Patrocinó la expedición de Francisco Hernández de Córdoba a Yucatán a principios del año 1517 y, al año siguiente, la de Juan de Grijalva y Pedro de Alvarado a las costas de México. El regreso de Grijalva con oro y noticias acerca de la exuberancia de las culturas maya y mexica, avivaron el interés de Velázquez y a finales de 1518 formó una nueva empresa con Hernán Cortés para organizar una expedición a Culúa, en la que Velázquez era el armador y Cortés el capitán general, pero pronto surgieron desavenencias entre ellos. Tras la traición y partida clandestina de Cortés, envió una expedición al mando de Pánfilo de Narváez para detenerlo, pero fracasó tras la victoria de Cortés en Zempoala y la prisión de Narváez en 1520.

Fundó en La Española las poblaciones de Villanueva de Yáquimo, San Juan de la Maguana, Azua de Compostela, Salvatierra de la Sabana, Santa María de la Vera Paz y Bánica; y en Cuba las ciudades de Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa, San Salvador de Bayamo, Santiago de Cuba, Santísima Trinidad, Santa María de Puerto Príncipe, Sancti Spíritus, San Cristóbal de la Habana y San Juan de los Remedios.

Nunca cejó en su lucha contra Cortés, considerándole un traidor a sus órdenes e intereses. Más tarde, en 1524, incitó a uno de los lugartenientes de Cortés, Cristóbal de Olid, a rebelarse contra aquel en Honduras, cosa que logró y que le costó la vida a Olid.

Estuvo casado con María de Cuéllar, de su misma naturaleza, hija del contador Cristóbal de Cuéllar. Poco duró el matrimonio, pues ella falleció una semana después de contraer matrimonio.

Velázquez murió en la noche del 11 al 12 de junio de 1524 en su casona de Santiago de Cuba, que aún se mantiene en pie. Al morir dejó, entre sus propiedades: 19 estancias, 3.000 cerdos y 1.000 reses.

Familia de conquistadores

Siguiendo a su pariente Diego Velázquez de Cuéllar, llegaron a América diversos familiares del gobernador, empleados en diferentes trabajos y siempre bajo la protección del adelantado. Entre ellos destacan:

Juan Velázquez de León, conquistador, capitán de Hernán Cortés.
Francisco Velázquez, conquistador de México y Nueva Galicia.
Antonio Velázquez de Narváez, conquistador de México, Nueva Galicia y otras provincias.
Diego Velázquez el Mozo, sobrino del gobernador.
Jorge Velázquez fue pregonero mayor de Santo Domingo, marchando después a Cuba, donde ejerció la alcaldía de Sancti Spíritu el año 1521.
Alonso Velázquez, que después de servir al rey diez años en Italia en la compañía de Martín de Ratia, marchó con Hernando de Soto en 1538 a descubrir las provincias de Florida, donde soportó indecibles trabajos. En 1543 era vecino de México y se disponía a participar en la armada que se iba a enviar a pacificar Perú, pero cesó la rebelión y se casó. Aún residía en México en 1547.
Francisco Velázquez el Corcovado, pariente del gobernador de Cuba, donde se hallaba en 1518. Al año siguiente marchó con Hernán Cortés a México y más tarde regresó a Cuba con otros capitanes de la armada de Pánfilo de Narváez, pues Cortés les dio licencia y uno de los mejores navíos para que regresasen.
Pedro Velázquez, sobrino del gobernador, era vecino de La Habana en 1519, desde donde marchó con Pánfilo de Narváez al año siguiente. Regresó a Cuba y durante 1546–1555 fue vecino y teniente gobernador de La Habana.
Iseo Velázquez de Cuéllar, sobrina del gobernador, estaba en Cuba en 1519 junto a su marido Baltasar Bermúdez, pasando después a México.
Antonio Velázquez, pariente del gobernador, que falleció en una campaña al mando de Hernando de Soto en Florida por los años de 1539.
Francisco y Bernaldino Velázquez, hijos de Violante Velázquez y parientes del gobernador. Fallecieron regresando de las Indias, habiendo otorgado ambos testamento, en el que dejaban por universal heredera a su madre, encargándola uno de ellos de que trajese a España a dos hijos naturales que tenía, con todos sus bienes.
Diego Velázquez, que se embarcó con Hernando de Soto en 1538 rumbo a Florida. Reseña sus grandes servicios el cronista Antonio de Herrera y Tordesillas, que relatando las campañas de Florida de 1541 dice: en ellas estuvo un valiente soldado, llamado Diego Velázquez, de Cuéllar.
Bernardino Velázquez, pariente del gobernador, fue uno de los hombres que Diego Velázquez de Cuéllar tuvo en cuenta a la hora de designar jefe de la expedición a Nueva España, que finalmente encomendó a Hernán Cortés.
Antonio Velázquez Borrego fue otro de los hombres a quien Diego Velázquez de Cuéllar propuso capitanear la armada rumbo al Yucatán, al igual que lo hizo también con Francisco Verdugo, otro pariente.

Historias de la Historia de España. Capítulo 42. Éranse dos gobernadores de Flandes, una guerra de 80 años y un edicto perpetuo.

pacificacion
La Pacificación de Gante del 8 de noviembre de 1576 fue un acuerdo al que llegaron los estados generales de las provincias de los Países Bajos, tanto las que se habían rebelado contra la corona española como las que habían permanecido leales, por el que se estipulaba las condiciones por las que aceptarían una paz con España, en el marco de la guerra de los ochenta años

Tras la muerte de Luis de Requesens, gobernador español de los Países Bajos, y mientras el nuevo gobernador nombrado por Felipe II (Juan de Austria) llegaba a Bruselas, los Estados Generales asumieron el gobierno, la potestad legislativa del país y el derecho de crear y reunir un ejército ante el vacío de poder creado.

Al mismo tiempo, parte de las tropas españolas estacionadas en los Países Bajos, la mayoría de las cuales llevaban más de un año sin cobrar, se amotinaban por la falta de pagas o cometían toda clase de robos y pillajes para procurarse sustento.

La situación fue aprovechada por los rebeldes holandeses para tomar la ciudad de Amberes, intento que fue frustrado por las tropas españolas que se desplazaron a defenderla, pero que tras su defensa se dedicaron a saquear, en lo que se conoce como el saqueo de Amberes del 4 de noviembre.

El día 8, los representantes de las provincias, hartos de la guerra y de los desmanes que cometían las tropas, acordaron dejar de lado sus diferencias religiosas y unirse contra la corona poniéndose de acuerdo en los siguientes aspectos:

Las tropas españolas debían abandonar los Países Bajos.
Los estados generales podían legislar por iniciativa propia.
Declaración de una amnistía para los insurrectos holandeses.
Confirmación de los privilegios de la nobleza y la Iglesia.
Guillermo de Orange actuaría como jefe del gobierno al lado del tutor nombrado por el rey.

El 5 de enero de 1577, Don Juan de Austria, nuevo gobernador de los Países Bajos, aceptaba el contenido del acuerdo mediante el Edicto Perpetuo.

El Edicto Perpetuo (también conocido como el tratado de Marche-en-Famenne) firmado por Don Juan de Austria el 7 de enero de 1577 es un documento por el que se reconoce el contenido de los acuerdos de la Pacificación de Gante entre la corona española y los Estados Generales de las provincias de los Países Bajos.

Mediante el edicto, los firmantes se comprometían a:

Aceptar los acuerdos contenidos en la Pacificación de Gante;
Las provincias rebeldes reconocerían a Felipe II como su rey y a Don Juan de Austria como su tutor;
El respeto al catolicismo de las provincias rebeldes;
Los tercios españoles, italianos, alemanes y borgoñones deberían abandonar el país veinte días después de la ratificación del edicto por Felipe II;
Ambas partes firmantes renunciarían a toda alianza contraria al edicto;
Amnistía general.

La llegada del archiduque Matías con la pretensión de erigirse en gobernador de los Países Bajos y la utopía del retorno al catolicismo de las provincias protestantes convirtieron al Edicto Perpetuo en papel mojado.

Historias de la historia de España; Cap. 41. Érase un 7 de noviembre, ¿un traidor?, ¿un héroe? y sí un regicidio.

vellido

Fernando I de León dejó dispuesto que, a su muerte, el conjunto de territorios que heredara se dividiera entre sus tres hijos. Por una serie de carambolas del destino, este hijo de Sancho el Mayor de Navarra había recibido el título de conde de Castilla y se convirtió después en rey de León por su matrimonio con Sancha, hermana del rey leonés Bermudo III, último de la dinastía astur, quien murió sin descendencia en Tamarón.
Según ese testamento, el reino de León -”el principal-” quedaría en manos de su hijo favorito, Alfonso; el condado de Castilla (que de esta manera se convertía en reino), iría a parar al primogénito, Sancho; y los señoríos de Toro y Zamora, dentro del reino leonés, a Elvira y a Urraca.
El caso es que Sancho no aceptó tal testamento e invadió el reino de León, sometiendo a un durísimo cerco a la ciudad de Zamora, donde Urraca se había hecho fuerte y se negaba a entregar la plaza.
Según la leyenda, el 6 de octubre de 1072, mientras Sancho II sitiaba la ciudad de Zamora que defendía su hermana Urraca, Vellido Dolfos salió de Zamora hacia el campamento castellano y concertó una entrevista a solas con Sancho, fingiendo que tenía profundos desacuerdos con el gobernador de dicha plaza, Arias González, y pidió a los sitiadores que lo aceptasen en sus filas. Prometió a Sancho enseñarle los puntos más vulnerables de la muralla zamorana, para lo que ambos salieron de noche en dirección a la misma. A los pies de la muralla y protegido por la oscuridad, Dolfos atravesó «las espaldas» de Sancho con el venablo dorado del propio monarca.
Las crónicas cuentan que, tras el asesinato, el Cid, extrañado por la apresurada huida pero sin saber lo que acababa de hacer, persiguió a Dolfos mientras huía hacia las murallas de Zamora y las cruzaba por un portillo. En los años 50 del s. XX, se descubre una puerta en el lienzo noroeste del Castillo de Zamora, a la que se denominó como «Portillo de la Traición». En el 2009, el ayuntamiento de la ciudad cambió su nombre por «Portillo de la Lealtad», invirtiendo el punto de vista castellano a uno leonés en la interpretación de la leyenda de Vellido Dolfos. Ya en Zamora, Vellido Dolfos dio a entender a todos que doña Urraca había aprobado el magnicidio, con la pretensión de romper el cerco de Zamora, y tal vez esperando aquel que, con tal gesto, lograría favores políticos e incluso casarse con la infanta.
La historia
Desde el punto de vista estrictamente histórico, el rey Sancho murió en el transcurso del sitio de Zamora, si bien se desconoce la razón exacta de su muerte. La Historia Roderici, la fuente más fidedigna y amplia de que disponemos acerca de estos acontecimientos, no recoge ninguna noticia de que la muerte de Sancho II de Castilla se debiera a una traición.
La muerte de Sancho II supuso un importante vuelco en la historia de España, ya que el trono de Castilla y Galicia fue asumido por Alfonso VI de León, hermano de los otros dos reyes y en ese momento refugiado en Toledo.
Sus orígenes literarios
La leyenda de Vellido Dolfos aparece en el Cantar de Sancho II, un cantar de gesta cuyo asunto aparece en la Crónica najerense —que posiblemente se basa en un hipotético poema latino llamado Carmen de morte Sanctii Regis—, y en distintas ampliaciones de la Estoria de España y sus descendientes: la Crónica de los reyes de Castilla, la Crónica del Cid, la Crónica abreviada de Diego de Valera o el Valerio de las historias escolásticas y de España y el Compendio historial, ambas de Diego Rodríguez de Almela, entre otras. Por otro lado, el personaje y la traición de Vellido Dolfos fue objeto de una amplia recreación literaria en el romancero.
«Resulta paradójico que durante casi 1.000 años se haya considerado en la misma Zamora a Bellido Dolfos como un traidor, cuando su acción supuso la liberación de la ciudad del asedio a que la tenía sometida el rey de Castilla», comunican desde el colectivo Ciudadanos del Reino de León, para quienes este nuevo hito supone un acto definitivo de justicia dentro de una serie de acciones en las que se cuentan la intención reciente del Ayuntamiento de León de llamar a una calle «héroe Vellido Dolfos» o el trabajo del juez zamorano Federico Acosta, que escribió en 1970 Proceso por traición , obra de teatro pionera en restaurar su memoria. A su muerte, su hija María del Carmen continúa aquella labor convocando en su honor un certamen internacional de poesía.

Historias de la HIstoria de España. Capítulo 40. Érase un 5 de Diciembre, un Tte. Gral., la fundación de un partido político y un buen gobernante.

o'donnell
Leopoldo O’Donnell y Joris (Santa Cruz de Tenerife (Islas Canarias), 12 de enero de 1809.
Hizo su carrera militar durante la Guerra Carlista luchando en el bando isabelino, a pesar de que varios miembros de su familia lo hicieron en el carlista. En 1833 ya era capitán, en 1836 coronel y brigadier; mariscal de campo en 1837 (año en el que también contrajo matrimonio con Manuela Barges y Petre) y teniente general en 1839, confiándosele el mando del Ejército del Centro que llevaba anejo el cargo de capitán general de Aragón, Valencia, y Murcia, cuando apenas tenía treinta años. Desde este cargo su acción militar se dirigió contra los carlistas establecidos en el Maestrazgo y Bajo Aragón, obligando a Cabrera a levantar el sitio de Lucena. Esta acción fue acompañada de su ascenso a teniente general, otorgándosele el título de conde de Lucena.
A raíz del Convenio de Vergara, y de acuerdo con Espartero, toda su acción se dirigió contra el ejército de Cabrera; pero, debido a sus inclinaciones políticas en favor del moderantismo, se vio obligado a emigrar a Francia, tras la revolución progresista de septiembre de 1840 que provocó la renuncia de Maria Cristina de Borbón a la Regencia.
En 1841 figuró en la conspiración moderada que, encabezada por el general Diego de León, se fraguó contra la Regencia de Espartero. En ella, O’Donnell había recibido el encargo de propiciar la sublevación militar de Pamplona, pero fracasado en Madrid el asalto a Palacio, intentado por León el 7 de octubre, tuvo que volverse a refugiar en Francia. En la primavera de 1842 presidió la Orden Militar Española creada entonces en París, núcleo de organización de los militares moderados exiliados que conspiraban contra el regente y el gobierno progresista de Madrid, y buscaban el restablecimiento de la Regencia de la madre de Isabel II. En 1844, instalado Narváez en el poder, fue nombrado capitán general de La Habana, cargo en el que permaneció hasta 1848. A su regreso a la Península fue nombrado senador y director general de Infantería.
O’Donnell encabezó el pronunciamiento militar de 1854 que, en un principio, sólo buscaba propiciar el cambio ministerial. El 29 de junio se puso al frente de la Caballeria insurreccionada en el Campo de Guardias, Tras el indeciso encuentro de Vicálvaro, que daría nombre a los pronunciados, y con el fin de ganar adeptos, dio el 6 de julio el célebre Manifiesto de Manzanares, que al ampliar y radicalizar los objetivos de la revolución, generalizó ésta por todo el pais.
Capitalizado finalmente el movimiento por el progresismo, y encargado Espartero de presidir el Consejo de Ministros, O’Donnell tuvo que compartir con aquel partido las responsabilidades de gobierno durante el Bienio Progresista, ocupando él la cartera de Guerra. En las Cortes Constituyentes del Bienio nació un nuevo partido de carácter centrista, la Unión Liberal, que quería permanecer equidistante tanto del moderantismo doctrinario como del progresismo puro, partido que convirtió a O’Donnell en su jefe e indiscutible líder.
El 10 de octubre de 1856 se vio obligado a dimitir, debido a la oposición de los moderados históricos a su política. Fue sustituido en la Presidencia del Consejo de Ministros por Narváez, lo que supuso el retorno a la integridad del régimen politico de 1845. Sin embargo, volvió a la Presidencia del Gobierno, ocupando además la cartera de Guerra, en julio de 1858, iniciándose entonces un período de gobierno ininterrumpido de la Unión Liberal que se alargó hasta 1863. En este período cabe destacar el boom de los ferrocarriles y la guerra contra Marruecos. En esta última, declarada en octubre de 1859, O’Donnell tomó el mando personal de ejército, ocupando Tetuán (febrero de 1860). El tratado de Tetuán que puso fin a la guerra reconoció las posiciones españolas en el Norte de África, y amplió el dominio de Ceuta. Esta acción le valió la grandeza con el título de duque de Tetuán.
Presentó la dimisión en febrero de 1863, ante la presión del Partido Moderado. El malestar originado por los sucesos de la noche de san Daniel, le llevaron nuevamente a presidir el gobierno en 1865. En su nuevo mandato trató inútilmente de reintegrar al progresismo en el juego político, y reprimió la revolución de junio de 1866 estallada en Madrid. Sustituido por Narváez nuevamente en aquel año. se trasladó a Biarritz por problemas de salud, falleciendo al poco (5-XI-1867). Su desaparición permitió a los unionistas iniciar una convergencia con los progresistas y los demócratas que culminaría en la revolución de 1868.
Últimos años gobierno 1865-1866 y muerte en 1867
De su gobierno cabe destacar la rápida expansión de las líneas de ferrocarril, además de la guerra contra Marruecos (Guerra de África), guerra de relevada importancia al devolver a los españoles el patriotismo ansiado por el Duque de Tetuán. En 1865, las protestas estudiantiles (por el cese de Emilio Castelar) y la sangrienta represión por el gobierno (Noche de San Daniel), llevan de nuevo a O’Donnell a la presidencia del Gobierno y al ministerio de la Guerra. Tras la sublevación de sargentos de San Gil, el 22 de junio de 1866, y enfrentado con Isabel II, O’Donnell deja su cargo y marcha a Biarritz, donde muere el 5 de noviembre de 1867.
Los restos mortales de Leopoldo O’Donnell permanecieron en la Basílica de Atocha de Madrid hasta 1870, en que fueron trasladados a la Iglesia del Convento de las Salesas Reales de la misma ciudad. Desde entonces, se hallan en un mausoleo de estilo neorrenacentista labrado en mármol de Carrara por el escultor Jerónimo Suñol.
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