Etiqueta Unidades Militares Españolas
28 de febrero 1571: en España, Felipe II decreta la Organización del Ejército Español.
Durante casi dos siglos el tercio fue la unidad básica de la infantería española. Esta unidad tenía un estado mayor y un número de compañías de combate. El Tercio era una unidad administrativa pero también táctica sobre todo en el siglo XVI y el principio del siglo XVII.
El estado mayor del Tercio
El estado mayor o estado coronel era una inovación en 1534 cuando los tercios fueron creados. Este estado mayor desempeñaba papeles administrativos como servicio de intendancia o de pagamento pero tambien la dirección militar de la unidad. El estado mayor estaba compuesto por:
el Maestro de Campo Manda el Tercio y tiene una guardia personal de 8 hombres. El maestro de campo es también capitan de la primera compañía.
En general el Tercio lleva su nombre como: Mendoza, Zuñiga, Velasco, Mondragòn …..
el Sargento Mayor Es el comandante en segundo del Tercio, organiza tacticamente las companias del Tercio. Es tambien el capitan de la segunda compañía tiene dos ayudantes.
el Fiscal Militar Esta encargado de las finanzas del Tercio, tiene 3 ayudantes.
el Barrachel de Campaña Es el responsable de la disciplina y de la policia militar. Tiene 5 ayudantes y un verdugo.
el Capellán mayor Es el responsable de lo religioso, tiene dos ayudantes o capellán ordinario.
el Furiel Mayor Esta a cargo de la intendencia del Tercio.
cirujano mayor Es el encargado de la parte médica.
el Tambor mayor Es el jefe de todos los músicos del Tercio y tiene la responsabilidad de transmitir las órdenes.
En total el Tercio tiene un estado mayor de 29 hombres.
Las compañias de combate 1534 – 1632
Los Tercios tenían dos tipos de compañias de combate, las compañias de piqueros y las compañias de arcabuceros. Todas estas compañías tenían el mismo número de hombres y la misma primera plana u oficiales. Esta última estaba compuesta de:
1 capitán y su paje
1 alférez,
1 sargento,
1 abanderado o insignia,
2 Tambores y 1 flautista gaitero
1 capellán, 1 furiel y 1 barbero, en total 11 hombres
Las compañías españolas estaban también divididas en escuadras de 25 hombres al mando de un cabo. Se puede añadir que había otra subdivisión de la compañías, las llamadas camaradas que tenían de 6 a 12 hombres. Estas camaradas no eran realmente una estructura de combate sino un grupo de hombres que compartían la comida, el alojamiento etc… esta estructura era importante para la moral y el famoso esprit de corpsde los españoles.
En 1534, los Tercios tenían 8 compañías de piqueros y 2 compañías de arcabuceros. Las compañías estaban compuestas por:
Piqueros: 11 oficiales, 135 coseletes (piqueros con peto), 44 piqueros secos, 90 arcabuceros y 20 mosqueteros.
Arcabuceros : 11 oficiales, 35 piqueros secos, 239 arcabuceros y 15 mosqueteros.
En 1567, el duque de Alba se va en Flandes con 4 Tercios que tenían oficialmente 10 compañías de piqueros de 250 hombres y 2 compañías de Arcabuceros de 250 hombres. Los Tercios de Italia y España seguirán con compañías de 300 hombres.
Las compañías de 250 hombres estaban compuestas por:
Piqueros: 11 oficiales, 111 coseletes (piqueros con peto), 108 piqueros secos y 20 mosqueteros
Arcabuceros : 11 oficiales, 224 arcabuceros y 15 mosqueteros
A: Composición de un Tercio de 12 compañías de 250 hombres:
2 x [11 oficiales, 224 arcabuceros y 15 mosqueteros]
10 x [11 oficiales, 111 coseletes, 108 piqueros secos y 20 mosqueteros]
B: Composición de un Tercio de 10 compañías de 300 hombres:
2 x [11 oficiales, 35 piqueros secos, 239 arcabuceros y 15 mosqueteros]
8 x [11 oficiales, 135 coseletes, 44 piqueros secos, 90 arcabuceros y 20 mosqueteros]
Nota: En los tercios nos encontramos con soldados particulares que son nobles que se integran en los Tercios para luchar como soldados antes de integrar posiciones más elevadas en el aparato militar o civil. Nos encontramos también con soldados reformados, estos son oficiales sin mando porque sus compañías fueron reformadas, la mayoría de ellos son capitán o alférez pero luchan como soldados.
En la próxima tabla presentamos un resumen de la composición de los dos tipos de Tercios encontrados en el siglo XVI, el Tercio de 12 compañías del ejército de Flandes y el de 10 compañías en los demás ejércitos.
Teórico Tercios de 12 compañias
Tercios de 10 compañias
Oficiales con estado mayor
159 hombres
5.2%
137 hombres
4.6%
Coseletes
1110 hombres
36.7%
1080 hombres
35.7%
Piqueros secos
1080 hombres
35.7%
400 hombres
13.2%
Arcabuceros
448 hombres
14.8%
1220 hombres
40.3%
Mosqueteros
230 hombres
7.6%
190 hombres
6.3%
Relación armas de fuegos/Picas
0.31
0.95
De esta tabla podemos deducir que un Tercio tenía una media, en teoría, entre 24% y 49% de tiradores. La realidad era muy diferente, las enfermedades, las deserciones reducían el número de soldados disponible en un Tercio. También los españoles tenían tendencia a tener más arcabuceros y mosqueteros para aumentar la potencia de fuego.
Aquí damos algunos ejemplos de los efectivos de los Tercios en la realidad:
– En 1567, cuando el Duque de Alba organiza su última muestra en Italia antes de marchar a Flandes, se reunen en Lons-en-Saulnier 4 Tercios con 49 compañías es decir 8795 hombres con 735 mosqueteros (8,4%). Tenemos una media de 180 hombres por companias.
– Según Parker, de 1567 a 1598, los españoles mandaron más de 63 000 infantes de refuerzo a los tercios españoles del ejército de Flandes (en total hubo 23 tercios mandado o creados en Flandres, ver el sitio web de J. L. Sanchez). El promedio de hombres por compañías para cada refuerzo se estableca en 134 hombres, estamos muy lejos del número teórico de 250 hombres por compañía.
– En 1580, el rey de España decide invadir Portugal y manda al Duque de Alba para organizar un potente ejército de campaña. Este ejército contaba con:
3 Tercios Viejos de Italia, Lombardia (4 compañías), Sicilia (3 compañías) y Napoles (12 compañías) con 3174 hombres (167 hombres por compañía).
4 nuevos Tercios de bisoños reclutados en España, el de Luis Enrique (13 compañías y 2305 hombres), el de Perdo de Ayala con 3 500 hombres, el de Niño (12 compañías y 1940 hombres) y el de Moreno (13 compañías y 2540 hombres). La media era de 179 hombres por compañía. Podemos notar que los españoles podían sacar más de 10 000 hombres de bisoños para una operación militar.
– También para la operación contra Inglaterra de 1588, el ejercito de Flandes tenía 4 Tercios españoles (Bobabilla, Queralt Leyva and Manrique) que contaban con 82 compañías (65 de piqueros y 17 de arcabuceros) y 8710 hombres. Estos números ponen la compañía media a sólamente 106 hombres lejos de los teóricos 250 hombres. En realidad el Duque de Parma reagrupo solamente 6 000 españoles para el ejército invasor dejando el resto de guarnición.
– La composición de los 4 Tercios españoles (Coloma, Messia, Villar y Velasco) que invadieron Francia en 1596. En total 44 compañías (16 para el primero, 14 para el segundo, 8 para el tercero y 6 para el cuarto) con 4910 hombres fueron mandadas en Francia. Estas compañías tenían una media de 10-11 oficiales, 28 piqueros, 6 mosqueteros y 66 arcabuceros.
Composición de los 530 oficiales y 4380 cabos y soldados de las 44 compañías que invadieron Francia en 1596. En este caso tenemos un ratio tiradores / piqueros de 2,56.
– En 1601, un año después de la batalla de las Dunas una muestra del ejercito de Flandes daba 6 000 hombres repartidos en 10,8% de Oficiales, 20,6% de Mosqueteros, 35,3% de arcabuceros y 33,4% de piqueros.
-Por último acabamos esta lista con la composición del tercio de Lombardia en 1622. Este Tercio hacia parte del pequeño ejercito de 3 Tercios (1 Español, 1 Valon y 1 del Franco Condado) que operaba en el Palatino (Alemania) bajo el mando de Gonzalo de Córdoba. Este Tercio tenía 16 oficiales del estado mayor, 16 compañías con 153 oficiales y 1175 cabos y soldados. Tenemos una media de 9 – 10 oficiales y 73 hombres para cada compañía.
En conclusión un Tercio del fin del siglo XVI y del principio del siglo XVII tenía normalmente 1300 – 1500 hombres divididos en 12 – 15 compañías con 10% de oficiales, 30 % de piqueros y 60% de tiradores
Historias de la Historia de España. Capítulo 10. Érase un Tte. coronel; «Hasta el sacrificio total de la fuerza»; Y una condecoración arrinconada.
1 de Octubre de 2012 Por Real Decreto 905/2012, de 1 de junio por el que se concede la Cruz Laureada de San Fernando, como Laureada Colectiva, al Regimiento de «Cazadores de Alcántara, 14 de Caballería», ha sido impuesta la correspondiente condecoración al estandarte de dicha unidad.BOE-A-2012-7367
El Rey preside una ceremonia histórica en el Patio de la Armería del Palacio Real.
El Rey impuso la mayor condecoración militar española al Regimiento de Cazadores de Alcántara.
El Rey impone la primera máxima distinción militar otorgada en democracia.
España ha saldado esta mañana la deuda que tenía contraída desde hace casi un siglo con el Regimiento Alcántara, cuya heroica actuación en 1921, en la que murieron casi todos sus miembros, evitó que el número de bajas fuera aún mayor en el Desastre de Annual.
En una ceremonia histórica, sin precedentes en el Reinado de Don Juan Carlos, el Rey impuso la mayor condecoración militar española, la corbata de la Cruz Laureada de San Fernando, como Laureada Colectiva, al Regimiento de Cazadores de Alcántara, 14 de Caballería.
En el homenaje, en el que participó una fuerza de la Guardia Real, integrada por los Tres Ejércitos, y de la Guardia Civil, se rindió tributo a los héroes del Regimiento Alcántara y a los que dieron su vida por España, en una emotiva ceremonia en la que soldados del Regimiento Alcántara vestidos con los uniformes de la época de la más gloriosa de sus gestas, y con un caballo desmontado, depositaron una corona de laurel en homenaje a los héroes.
Una soleada mañana otoñal acompañó a los varios cientos de personas que asistieron a la emotiva ceremonia castrense. En el Patio de la Armería volvieron a resonar las palabras que el teniente coronel Primo de Rivera dirigió en el verano de 1921, antes de caer también mortalmente herido, a sus 700 hombres, que ya estaban agotados, sedientos y extenuados: «¡Soldados¡ Ha llegado la hora del sacrificio. Que cada cual cumpla con su deber. Si no lo hacéis, vuestras madres, vuestras novias, todas las mujeres españolas dirán que somos unos cobardes. Vamos a demostrar que no lo somos». Y con estas palabras empezó una de las actuaciones más épicas de la Caballería española.
Tras la ceremonia de la imposición de la condecoración, todos los asistentes se han trasladado a la calle Bailén, para contemplar un desfile militar. Como curiosidad, primero han desfilado las fuerzas de la Guardia Real y de la Guardia Civil, a pie y a caballo, que han rendido honores a la Familia Real y al Regimiento Alcántara, el homenajeado. Después, ha sido el Regimiento condecorado el que ha desfilado ante las autoridades, los invitados y el numeroso público que se ha acercado a contemplar la parada.
La Carga.
Primero, el teniente coronel giró su caballo y dando frente a sus hombres les dirigió aquellas palabras labradas ya en oro en el mausoleo de los grandes de todas las naciones:«¡Soldados! «La situación, como ustedes verán, es crítica. Ha llegado el momento de sacrificarse por la patria, cumpliendo la sagradísima misión de nuestra Arma. Que cada uno ocupe su puesto y cumpla con su deber». Si no lo hacéis, vuestras madres, vuestras novias, todas las mujeres españolas dirán que somos unos cobardes. Vamos a demostrar que no lo somos«.
Luego sonó el toque de carga y aquellos 461 héroes siguieron a su teniente coronel en la carga de caballería más valerosa de todos los tiempos.
Galopando sin vacilar a lomos de sus monturas los cuatro escuadrones de sables de Primo de Rivera cargaron contra el muro de plomo que ante ellos se alzaba. Numerosos jinetes y caballos perecieron en la primera carga, pero sin tiempo para contarlos las cornetas bramaron de nuevo. Una segunda carga, más valiente que la anterior se produjo contra las organizadas posiciones del moro. Los sables alzados y teñidos de rojo eran sostenidos por los nervudos brazos de aquellos hombres que aquel día ganarían GLORIA imperecedera.
Valerosamente aquella ola de honor, valor y carne rompía contra los tiradores rebeldes. La mortandad fue numerosísima en las filas españolas, pero el precio que estaban haciendo pagar a los enemigos era enorme.
A la fatiga inherente a toda carga se unían las dificultades que aquel terreno escarpado presentaba a la acción de los caballos. Los caballos estaban exhaustos, la abundante sudoración se juntaba en aquellas nobles bestias con la sangre de sus costados provocados por el constante picar de espuelas. Los jinetes, los que quedaban vivos estaban embebidos de furor y patriotismo, y pese a la lastimosa situación del maltrecho regimiento, una nueva carga se realizó contra los marroquies.
Es de suponer que aquellos rifeños no darían crédito a lo que veían sus ojos, un puñado de españoles, muchos heridos, volvía a cargar contra ellos… ¡Al paso! Efectivamente lector, los caballos fatigados por las cargas anteriores ya eran incapaces de galopar, pero aquellos titanes, envidia de todas las naciones del orbe, volvían contra ellos con los sables levantados.
Aquella tercera carga fue una auténtica carnicería de españoles contra los que disparaban a placer los tiradores rebeldes. En este acto fue donde murieron la mayor parte de los caballos y gran parte de los cazadores del Alcántara. Y milagrosamente, la carga pasó las posiciones moras.
Primo de Rivera, cuyo caballo había muerto en la carga, giró la cabeza y se percató de que el grueso de las tropas españolas a las que estaba protegiendo aun no se había alejado lo suificiente del río, así que con un admirable sentimiento de responsabilidad y camaradería decidió cumplir su deber «hasta el sacrificio total de la fuerza». Y aunque parezca demencial mandó una cuarta carga.
A pie, heridos, a caballo, en mulos de carros regimentales… todo lo que quedaba del Alcántara se abalanzó contra las fuerzas enemigas que asistían incrédulas a semejante lección de valor y abnegación. Después de esta última carga el regimiento de Cazadores de Alcántara había dejado de existir como fuerza. Pero con aquel supremo sacrificio habían logrado que el grueso de tropas españolas cruzara el río Igam hasta ponerse a salvo.
De los 461 hombres que cargaron aquel día solo 60 sobrevivieron, el teniente coronel fallecería días más tarde como consecuencia de las fatales heridas sufridas por la explosión de una granada. Aquellos 60 supervivientes continuaron escoltando a los fugitivos hasta Monte Arruit, teniendo, incluso, que realizar alguna carga más. Allí sería Primo de Rivera amputado a lo vivo de un brazo.
De los jovenes 13 cornetas, apenas unos niños, solo uno regresaría vivo a Melilla.
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ABC.es
http://www.ejercito.mde.es/unidades/Melilla/rcac10/Historial/index.html
20 de Septiembre de1920: El Teniente Coronel de infantería D. José Millán Astray y Terreros funda La Legión Española o Tercio de Extranjeros
LA FUNDACIÓN
El Tercio de Extranjeros – nombre original de La Legión – nació como fuerza de choque para la dura guerra de Marruecos. Esta nueva fuerza tenía como objetivo sustituir a las Unidades de recluta forzosa cuya pobre preparación y frágil moral era motivo de gran número de bajas y dificultades en el desarrollo de las operaciones terrestres.
Por Real Decreto de 28 de enero de 1920, siendo a la sazón Ministro de Guerra don José Villalba, Su Majestad el Rey don Alfonso XIII tuvo a bien disponer lo siguiente:
<< Con la denominación de Tercio de Extranjeros se creará una Unidad militar armada, cuyos efectivos, haberes y reglamento por que ha de regirse serán fijados por el Ministro de Guerra. >>
El alistamiento quedó abierto a españoles y extranjeros sin mayores exigencias que ser sanos, fuertes y aptos para empuñar las armas, ofreciendo, a cambio, la posibilidad de hacer carrera militar en el seno de La Legión.
De esta forma, se veía convertido en realidad lo que comenzó siendo un proyecto del Teniente Coronel de Infantería José Millán Astray, militar de prestigio que unía a una elevada formación militar un demostrado heroísmo forjado en Filipinas y posteriormente en África, donde mandó Fuerzas Regulares. Incluimos a continuación el relato que el propio Teniente Coronel Millán Astray hizo sobre el origen de esta Unidad en su libro “La Legión” escrito en marzo de 1923.
<< Una larga estancia en África, sirviendo en Policía indígena, en Regulares y en el Regimiento de Infantería del Serrallo, unido a alguna afición al estudio y entusiasmo por el problema africano, dieron lugar a que germinase la idea de organizar una Legión extranjera, en vista del excelente resultado que a los franceses les había dado La suya, a la que, después de la Gran Guerra, titularon de “ Heroico Regimiento que por su amor a Francia y su bravura ha sido colocado en el primer puesto”. Añádase un puntillo de amor propio de creernos que los españoles éramos capaces de hacer una semejante y esos fueron los fundamentos de nuestra Legión.
Iniciada la idea, tuvimos desde los primeros momentos la augusta protección de SM. El Rey, que nos alentó con entusiasmo e ilustro con sabios consejos.
Comunicado el proyecto al entonces General Alto Comisario Don Dámaso Berenguer, lo acogió con interés y nos prometió tan digno General su apoyo para mandarla cuando se crease, lo que más adelante cumplió, así como darnos cuantas facilidades estuvieran en su mano para salir airosos de la empresa.
La gestión duro cerca de un año, el que después de pasado, ya parece breve y todo lo demás natural en toda obra nueva en sus comienzos.
Siendo Ministro de la Guerra el General Don Antonio Tovar hicimos un viaje a Argelia a estudiar en el “Regimiento de marcha de la Legión extranjera”, en el que fuimos recibidos con gran afecto y camaradería. Luego supimos que la causa de tan cordial recibimiento era la gratitud que sentían por la acción de nuestro Rey durante la guerra europea, a favor de los prisioneros. Corteses y amables, nos enseñaron cuanto les demandamos, averiguando lo más interesante, que era el sistema de reclutamiento, los haberes y el trato a los extranjeros.
Al General Tovar sucedió como Ministro de la Guerra el General Don José Villalba, publicándose entonces el Real Decreto de creación del Tercio de Extranjeros. Siendo, finalmente, el Señor Vizconde de Eza, como Ministro, el que después de habernos honrado escuchando una modesta conferencia que dimos en el Casino Militar de Madrid, exponiendo detalladamente el proyecto de organización de la Legión, venció las dificultades que se presentaban; dictó las bases y ordenó que se organizase, proporcionándonos una inmensa satisfacción, a la que unimos la debida gratitud.
“Todo país tiene derecho absoluto a reclutar extranjeros y a constituir una Legión Extranjera, sin temor a herir la susceptibilidad de los otros países”. “El Estado es soberano absoluto dentro de los limites de su territorio y puede hacer cuanto estime conveniente a sus intereses; el reclutar extranjeros es un corolario de este principio”.
Y esa es, entre otras, la causa de por que nosotros la hemos llamado “Legión” y a sus hombres, legionarios. Para atraer a los extranjeros, para hacer rápida la propaganda, puesto que el nombre de Legión es conocido universalmente, porque un extranjero vale dos soldados, uno español que ahorra y otro extranjero que se incorpora y porque los vecinos llaman a la suya Legión y ¡ Nosotros queríamos tener la nuestra!
A organizar los banderines.- Un venturoso día el Diario Oficial llenaba sus columnas — ¡Aquel día tan sabrosas! —con las reglas de constitución del “Tercio de Extranjeros” y pocas fechas después aparecía nuestro nombramiento de “Teniente Coronel primer Jefe”. En fiesta íntima familiar en nuestra casa, se dio lectura a la Real disposición, se nos entregó el bastón de mando y se dieron por vez primera los tres vivas: ¡Viva España! ¡Viva el Rey! ¡Viva la Legión!” .
Comisionados por el Ministro de la Guerra nos presentamos a los Ministros de Estado, de Gobernación y de Fomento, que dictaron disposiciones convenientes al reclutamiento, y emprendimos un rapidísimo viaje a organizar los Banderines de Zaragoza, Barcelona y Valencia, que, con el de Madrid, constituyen los centros más importantes para la recluta. Después nos incorporamos a Ceuta, a tomar posesión de nuestro nuevo cargo>>.
El 20 de septiembre de 1920 se considera oficialmente la fecha de nacimiento de La Legión ya que fue ese preciso día cuando se alistó el primer legionario. Ya desde los primeros instantes de su vida empezó La Legión a adquirir su fisonomía peculiar con la alusión a las viejas glorias de la Infantería española, con el título de caballero otorgado por el Jefe Fundador a todos los legionarios, con la energía en el saludo y, sobre todo, el “Credo Legionario”, código de conducta dictado por el Teniente Coronel Millán Astray que constituye la base espiritual de La Legión, su médula y nervio.