Historias de la Historia de España; Capítulo 51. Una historia heróica de las guerras románticas.

1 de enero de 1860. Batalla de los Castillejos. La primera gran batalla de la guerra de África
cabo mur
Tras el toque de diana, las tropas acampadas en la línea exterior de Ceuta abaten las tiendas, desayunan, forman las columnas y se ponen en marcha. Las operaciones de las semanas anteriores habían frenado y alejado al enemigo moro de la ciudad española, si bien a costa de fuertes bajas propias; el territorio de Ceuta ha quedado asegurado, ampliándolo y destinando a su defensa nada menos que a todo un Cuerpo de Ejército, el I, mandado por el teniente general Rafael Echagüe.
Así empieza la gran ofensiva que pretende conquistar Tetuán, como objetivo del castigo que el Gobierno español pretende dar al del Sultán de Marruecos por los agravios inferidos continuadamente a España desde tiempo atrás.
La vanguardia está formada por la División de Reserva mandada por el General Juan Prim que ha recibido como refuerzos a 2 escuadrones de húsares del Regimiento de la Princesa y dos baterías de artillería. Por el mar, embarcaciones de la armada acompañan el avance de nuestras tropas para apoyar con sus fuegos cuando sea necesario, retirar las bajas y aportar suministros.
Tras la vanguardia, está el resto del ejército expedicionario. Está mandado por el capitán general Leopoldo O’Donnell y cuenta, además de la vanguardia de Prim y del cuerpo de ejército que ha dejado atrás para proteger Ceuta, con otros dos cuerpos de ejército. En total, su fuerza alcanza los 35.000 hombres, con 74 cañones de campaña y casi 3.000 caballos y mulos. La Armada ha aportado 11 buques, con unos 3.200 marineros y 233 cañones. Es una fuerza formidable organizada por el Gobierno con el aplauso de las Cortes y el entusiasmo de los españoles a fin de escarmentar a Marruecos.
Primeros combates del día
La vanguardia toma el camino paralelo a la costa avanzando hacia el sur, internándose en Marruecos. En el flanco derecho, las tropas moras, desde posiciones dominantes, tratan de frenar el avance español, lo que obliga a algunos batallones a intervenir en duros combates.
A unos 4 kilómetros de Ceuta, entrando en el valle de los Castillejos, los combates aumentan en extensión e intensidad, sobre todo en las inmediaciones de la casa de un morabito. Ante un repliegue moro y la aparición de una formación de su caballería, Prim manda cargar contra ella a los húsares que, en su impulso, llegan hasta el fondo del valle. Es en esta carga cuando el cabo Pedro Mur toma valientemente una bandera que se conserva en el Museo del Ejército. Ante los fuertes contraataques marroquíes, los húsares se repliegan. Los combates aumentan en todo el frente y más contraataques moros incluso llegan a causar importantes bajas entre los artilleros de la vanguardia.
La posesión de una cierta colina se convierte en clave para derrotar al otro. Los batallones de infantería española la conquistan y la pierden varias veces. Pelean a la bayoneta contra una numerosa y aguerrida infantería marroquí. Se ordena a los infantes del regimiento de Córdoba que dejen las mochilas para seguir el combate más ligeros pero en uno de los repliegues han de recular tanto que las mochilas quedan en terreno moro. La situación es grave, la moral flaquea. Los combates son muy duros y hay muchas bajas.
La bandera por delante
Prim, ante lo crítico de la situación toma una arriesgada decisión, de esas que hacen trascendental la actuación de un mando. Toma la bandera del regimiento Córdoba y arenga a las tropas de este regimiento y a las inmediatas del Príncipe:
«¡Soldados! Vosotros podéis abandonar esas mochilas porque son vuestras, pero no podéis abandonar esta bandera porque es de la Patria. Yo voy a meterme con ella en las filas enemigas. ¿Permitiréis que el estandarte de España caiga en poder de los moros? ¿Dejaréis morir solo a vuestro general?
«¡Soldados: viva la Reina!»
Y, espoleando su caballo, se lanza contra las filas marroquíes. Las tropas reaccionan y, realizando un esfuerzo supremo, siguen a su general reforzados por nuevos batallones enviados por el general O’Donnell. Se traban nuevos combates que, derrochando valor y espíritu de sacrificio, obligan a los moros a retirarse proporcionando la victoria a los españoles. Son las 4 de la tarde; los batallones españoles han sufrido unos 100 muertos y 500 heridos; están agotados y casi sin municiones; por ello se hace necesario que la 1ª división del 2º cuerpo de ejército les releve. Se han distinguido, entre otros, los regimientos de infantería de línea Príncipe, Córdoba, León, Saboya, Navarra y Simancas, los batallones de cazadores de Arapiles y Chiclana y los húsares de la Princesa.
El resto del día se consume con tiroteos a distancia. El día siguiente, 2 de enero, el frente está en relativa calma y las tropas marroquíes se retiran en dirección a Tetuán. A esta victoria seguirán otras en los días siguientes, como la gran victoria de la Batalla de Tetuán de la que hablaremos proximamente.
Hazaña del cabo de Húsares de la Princesa Pedro Mur
Entre los varios rasgos de valor y actos de heroísmo que dieron nuestras tropas en África, merece mención aparte el realizado por el cabo de húsares Pedro Mur.
Formando parte de los escuadrones de húsares que en la batalla de los Castillejos dieron tan brillantes cargas a la caballería marroquí persiguiendo a los dispersos moros hasta su propio campamento, el cabo Mur, cuando ya sus compañeros emprendían la retirada, batióse denodadamente con un jinete marroquí que, luciendo una bandera, defendíase valientemente del soldado español alejándolo cada vez más de sus compañeros de armas; Mur, que con un valor extraordinario perseguía a su enemigo alcanzándolo al fin y luchando desesperadamente, derribó al moro de una estocada y arrebatóle de sus crispadas manos el estandarte que tremolaba. Con tan precioso trofeo dirigióse el cabo Mur en busca del regimienio, en medio de un diluvio de balas de que escapó casi milagrosamente.
La hazaña del cabo Mur es de aquellas que pasan a la historia y su nombre de los que se graban en letras de oro.
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Esther DML
Cuadro de Agusto Ferrer-Dalmau Nieto. Pueden reconocerse en un primer plano al general D. Juan Prim y Prats (con Ros), un poco más atrás al General de los Húsares de la Princesa D. Juan Zavala  y de la Puente junto al Coronel del RGTO. de Lanceros Sagunto Nº 5
prim castillejos